El billete dorado
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, vivía un niño llamado Tomás. Él era muy curioso y siempre estaba buscando aventuras nuevas para vivir.
Un día, mientras caminaba por la calle principal del pueblo, vio un cartel que anunciaba que la fábrica de chocolates del señor Wonka había escondido un billete dorado dentro de uno de sus chocolates.
El afortunado que encontrara el billete tendría el privilegio de visitar la fábrica y conocer al señor Wonka en persona. Tomás decidió que él sería el afortunado y comenzó su búsqueda incansable por toda la ciudad. Compró chocolate tras chocolate, pero no tuvo suerte. Desanimado, decidió sentarse en un banco del parque para descansar.
En ese momento, se acercó a él una anciana muy sabia del pueblo. "¿Qué te pasa, mi querido?", preguntó ella con una sonrisa amable.
"Estoy triste porque he estado buscando el billete dorado todo el día y no lo he encontrado", respondió Tomás con lágrimas en los ojos. La anciana le dio unas palmaditas en el hombro y dijo: "No te preocupes, mi niño.
A veces las cosas más valiosas están justo frente a nosotros y no nos damos cuenta". Tomás se quedó pensando en las palabras de la anciana durante unos minutos hasta que recordó algo importante: ¡él ya había ganado algo valioso! Había aprendido mucho sobre perseverancia y paciencia durante su búsqueda del billete dorado.
De repente, sintió algo duro debajo de su trasero. Al levantarse, descubrió que había estado sentado en el billete dorado todo el tiempo.
Tomás no podía creer su suerte y corrió emocionado a la fábrica de chocolates para conocer al señor Wonka. Durante su visita, Tomás aprendió mucho sobre la importancia del trabajo duro y la creatividad. El señor Wonka le mostró cómo crear nuevos sabores de chocolate y le enseñó a ser ingenioso en situaciones difíciles.
Al final del día, Tomás regresó a Villa Feliz con una caja llena de chocolates nuevos y un corazón lleno de inspiración.
Se prometió a sí mismo seguir buscando aventuras nuevas y siempre recordar que las cosas más valiosas pueden estar justo frente a nosotros si solo prestamos atención. "Gracias por enseñarme tanto, señor Wonka", dijo Tomás con una sonrisa radiante. "No hay problema, mi querido amigo", respondió el señor Wonka con un guiño.
"Recuerda siempre mantener los ojos bien abiertos para ver las maravillas que te rodean".
FIN.