El bohemio y el juicio justo en la guardería



En una hermosa ciudad, vivía un bohemio llamado Mateo. Mateo era un artista que gustaba de pasear por las calles, observando el mundo con ojos curiosos y mente creativa. Un día, Mateo decidió visitar la guardería local para compartir su amor por el arte con los niños.

Al llegar a la guardería, Mateo se encontró con la directora, la señorita Clara. Ella lo recibió con una sonrisa amable y le explicó que estaban organizando un concurso de pintura para los niños, pero que no sabían quién sería el jurado. Mateo se ofreció a ser el juez del concurso, ya que consideraba que su enfoque bohemio le permitiría apreciar la creatividad y la originalidad de los pequeños artistas.

El día del concurso, los niños se reunieron en el patio de la guardería, cada uno con su caballete y sus pinceles. Mateo observaba con entusiasmo las obras de arte que iban surgiendo, impresionado por la imaginación desbordante de los pequeños. Al terminar el tiempo, todas las pinturas se exhibieron y Mateo se preparó para dar su veredicto.

-'¡Buenas tardes a todos!', saludó Mateo. 'Hoy he tenido el placer de presenciar la maravillosa creatividad de todos ustedes. Cada pintura es única y especial, pero solo una puede ser la ganadora. Y el ganador es...'

El silencio se apoderó del lugar mientras Mateo tomaba su decisión con justo razonamiento. Al final, anunció al ganador y entregó un premio simbólico a cada niño por su esfuerzo y dedicación. Los niños estaban felices, independientemente de si habían ganado o no.

Después del concurso, los niños compartieron con Mateo su emoción y le mostraron sus dibujos con orgullo. Mateo les habló sobre la importancia de expresar sus emociones a través del arte y de siempre ser fieles a su creatividad, sin importar el juicio de los demás. Los niños lo escucharon atentamente, asombrados por las palabras del bohemio.

Desde ese día, Mateo se convirtió en un visitante regular de la guardería, compartiendo su amor por el arte y su filosofía bohemia con los pequeños, quienes aprendieron a valorar su creatividad y a expresarse libremente. La guardería se llenó de color y alegría, y Mateo encontró en esos niños una fuente inagotable de inspiración para su propia obra artística.

FIN.

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