El bolígrafo mágico de la fábrica de colores
En la fábrica de bolígrafos de colores, todos los lapiceros trabajaban en armonía para crear los más hermosos y mágicos bolígrafos del mundo. Había bolígrafos rojos, azules, verdes, amarillos y de todos los colores que te puedas imaginar.
Cada uno de ellos tenía una tarea especial dentro de la estructura organizacional de la fábrica.
El bolígrafo rojo, llamado Rubén, era el encargado de darle color y vida a las ideas.
Siempre estaba listo para plasmar las más hermosas creaciones en el papel. La bolígrafo azul, llamada Azucena, era la encargada de darle forma y estructura a las ideas, escribiendo con elegancia y claridad. El bolígrafo verde, llamado Valentín, era el que aportaba frescura y originalidad a cada trazo.
Y así sucesivamente, cada bolígrafo tenía su rol específico en el proceso de creación.
Un día, la fábrica anunció un concurso para crear el bolígrafo más mágico de todos.
Todos los bolígrafos se pusieron manos a la obra, pero pronto descubrieron que el trabajo en equipo era fundamental para lograrlo. A pesar de sus diferencias, cada bolígrafo aportaba su propia magia al proyecto. Rubén daba el color, Azucena la elegancia, Valentín la frescura, y así sucesivamente.
Juntos, lograron crear el bolígrafo más maravilloso que jamás se había visto.
El mensaje de esta historia es que, a pesar de nuestras diferencias, siempre podemos trabajar juntos para lograr algo maravilloso.
Cada uno de nosotros tiene habilidades únicas que, cuando se combinan con las de los demás, pueden crear verdadera magia. Y así, la fábrica de bolígrafos siguió produciendo los más hermosos lapiceros, pero ahora con la sabiduría de que trabajar en equipo siempre conduce a grandes logros.
FIN.