El Bosque Brillante


Draco el Amistoso era un dragón muy especial. A diferencia de sus compañeros, él no lanzaba fuego por la boca, sino que expulsaba burbujas de colores brillantes y relucientes.

Estas burbujas flotaban en el aire como pequeñas esferas mágicas, llenando de alegría y asombro a todos los habitantes del reino. Un día soleado, Draco decidió explorar más allá de las montañas y adentrarse en el bosque encantado.

Caminó entre los árboles altos y frondosos hasta llegar a un claro donde se encontró con una criatura peculiar: un búho sabio llamado Oliver. "¡Hola Draco!", saludó Oliver con su voz grave pero amigable.

"¡Hola Oliver! ¿Qué haces aquí?", preguntó Draco mientras hacía volar algunas burbujas a su alrededor. "Estoy buscando una flor muy especial para curar mi vista cansada", respondió Oliver. "Dicen que solo crece en lo más profundo del Bosque Oscuro".

Draco sintió curiosidad por ayudar a su nuevo amigo, así que decidió acompañarlo en su búsqueda. Juntos emprendieron un viaje hacia el Bosque Oscuro, un lugar sombrío y misterioso donde reinaba la oscuridad. Pero Draco confiaba en que sus burbujas podrían iluminar incluso el lugar más oscuro.

Mientras caminaban por el bosque, escucharon unos ruidos extraños provenientes de unos arbustos cercanos. Con cautela se acercaron y descubrieron a dos conejitos jugando entre sí. "¡Hola amigos! ¿Qué hacen por aquí?", preguntó Draco con una sonrisa. "Estamos perdidos", respondió el conejito blanco.

"Nos separamos de nuestra familia y no sabemos cómo volver". Draco sintió mucha empatía por los pequeños conejitos y decidió ayudarlos también.

Con sus burbujas mágicas, creó un camino brillante que les permitió encontrar su camino de regreso a casa. Continuando su viaje, Draco y Oliver llegaron al corazón del Bosque Oscuro, donde encontraron la flor especial que el búho tanto buscaba.

Oliver agradecido le dio a Draco un consejo valioso: "Tu habilidad para crear burbujas mágicas es única. No tengas miedo de mostrarle al mundo tu verdadera belleza". Lleno de gratitud y confianza en sí mismo, Draco decidió compartir su don con todos los habitantes del reino.

Organizó un espectáculo de burbujas en la plaza central, donde niños y adultos disfrutaron maravillados mientras las burbujas flotaban en el aire. A partir de ese día, Draco se convirtió en una figura querida y respetada en el reino.

Su capacidad para traer alegría a través de las burbujas inspiró a otros a ser ellos mismos y valorar sus talentos únicos.

Y así, Draco el Amistoso demostró que no importa cuán diferente seas o qué habilidades especiales tengas, siempre puedes encontrar tu lugar en el mundo si tienes confianza en ti mismo y compartes tu amor con los demás. Desde entonces, cada vez que alguien veía una burbuja flotando en el cielo, recordaba la historia de Draco y se llenaba de esperanza y alegría.

Y así, el reino lejano continuó siendo un lugar mágico donde todos aprendieron a valorar las diferencias y a celebrar la amistad verdadera.

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