El Bosque de Arena Mágica
Había una vez un hada llamada Luna que vivía en el Bosque Encantado. A diferencia de las otras hadas, a Luna le encantaba jugar con arena.
Pasaba horas y horas construyendo castillos y esculturas maravillosas en la playa del río. Un día, mientras Luna estaba jugando con su arena mágica, se encontró con un duende llamado Tito. Tito era muy curioso y se acercó para ver lo que Luna estaba haciendo.
"¡Hola, hadita! ¿Qué estás creando?", preguntó Tito emocionado. Luna levantó la mirada y sonrió. "¡Hola, Tito! Estoy construyendo un castillo de arena. ¿Quieres ayudarme?"Tito asintió entusiasmado. "¡Claro que sí! Me encanta hacer travesuras, pero nunca he jugado con arena antes".
Así comenzó una amistad entrañable entre el hada y el duende. Juntos pasaban largas tardes construyendo castillos cada vez más grandes y detallados.
La magia de Luna hacía que las esculturas cobraran vida por unos momentos, llenando el bosque de alegría y risas. Sin embargo, no todos los habitantes del Bosque Encantado estaban contentos con la diversión de Luna y Tito. El malvado troll Gruncho odiaba los juegos felices y decidió arruinar todo.
Una tarde soleada, cuando Luna y Tito estaban concentrados en su última obra maestra de arena, Gruncho apareció frente a ellos. "¿Qué hacen aquí? ¡Este es mi territorio!", gruñó amenazador. Luna y Tito se miraron, asustados pero decididos a no rendirse.
"No estamos haciendo nada malo, Gruncho. Solo queremos divertirnos un rato", dijo Luna con valentía. "¡Tonterías! ¡No hay lugar para la diversión en el Bosque Encantado!", exclamó Gruncho furioso. Pero Luna no iba a dejarse intimidar tan fácilmente.
Con su varita mágica, creó una barrera de arena alrededor de ellos. "Si no quieres diversión, entonces tendrás que pasar por aquí".
Gruncho intentó atravesar la barrera, pero cada vez que lo hacía, se convertía en una estatua de piedra. Luna había utilizado su magia para protegerse y a Tito. El bosque celebró la victoria de Luna sobre el troll malvado. Todos los habitantes del Bosque Encantado comenzaron a jugar y disfrutar del arte con arena.
Los castillos y esculturas llenaban todos los rincones del bosque, convirtiéndolo en un lugar aún más mágico y hermoso.
Con el tiempo, incluso Gruncho aprendió a apreciar la belleza de las creaciones de arena y dejó atrás su odio por la diversión. Se convirtió en un aliado inesperado para Luna y Tito, ayudándolos a construir castillos más grandes y elaborados.
Así fue como el hada que le gustaba jugar con arena logró cambiar el corazón de aquellos que no creían en la magia de la diversión. Y desde ese día, el Bosque Encantado se llenó de risas e imaginación gracias al talento artístico de Luna y la travesura de Tito.
FIN.