El bosque de Juana y Mateo



Juana, la conejita traviesa, saltaba por los campos con alegría. Era una mañana soleada y estaba disfrutando de su libertad cuando de repente vio algo que la asustó: un cazador se acercaba rápidamente hacia ella.

Sin pensarlo dos veces, Juana corrió lo más rápido que pudo hasta llegar al castaño Mateo, un árbol sabio y amable que siempre estaba dispuesto a ayudar a sus amigos del bosque.

"Mateo, ¡ayuda! Un cazador me está persiguiendo", gritó Juana angustiada mientras jadeaba por el esfuerzo. El castaño Mateo miró con preocupación a su amiga y le dijo:"Tranquila, Juana. No te preocupes. Vamos a encontrar una solución juntos".

Mateo sabía que los conejitos eran muy traviesos y juguetones, pero también sabía que podían meterse en problemas si no tenían cuidado. Decidió poner en marcha un plan para mantenerlos seguros. "Juana, necesito que reúnas a todos los conejitos del bosque y los traigas aquí", le pidió Mateo.

La conejita asintió con determinación y se dirigió hacia el resto de sus amigos para avisarles sobre el peligro inminente. Uno a uno fueron llegando al lado del castaño Mateo, temerosos pero confiando en él para protegerlos.

Una vez estuvieron todos reunidos bajo la sombra del gran árbol, Mateo les habló con seriedad:"Queridos conejitos, sé que son muy traviesos y les encanta divertirse, pero debemos ser más cuidadosos. No podemos burlarnos de los demás animales ni del cazador.

Si continuamos con nuestras travesuras, podríamos meternos en problemas graves". Los conejitos escuchaban atentamente las palabras de Mateo y asintieron comprendiendo la importancia de lo que decía.

"Además", continuó Mateo, "debemos aprender a respetar a los demás animales y entender que cada uno tiene su propia forma de vivir en el bosque. No podemos molestarlos o hacerles daño".

Juana levantó una pata y preguntó tímidamente:"Pero Mateo, ¿cómo nos divertiremos si no podemos correr carreras o jugar?"Mateo sonrió comprensivamente y respondió:"No digo que no puedan divertirse, Juana. Solo deben encontrar formas de hacerlo sin causar problemas ni herir a nadie. Podemos organizar juegos entre nosotros o buscar actividades que sean seguras para todos".

Los conejitos se miraron unos a otros con entusiasmo. Aunque les costaba dejar atrás sus travesuras traviesas, sabían que era importante escuchar a Mateo y aprender a comportarse mejor.

A partir de ese día, los conejitos cambiaron su actitud y empezaron a respetar a los demás animales del bosque. Dejaron de burlarse del cazador y aprendieron a disfrutar juntos sin causar daño ni molestias. Con el tiempo, el cazador dejó de perseguirlos porque vio que ya no se metían en líos peligrosos.

Los conejitos se convirtieron en amigos de todos los animales del bosque y encontraron nuevas formas de divertirse sin causar problemas.

Gracias a la sabiduría de Mateo, los conejitos aprendieron una valiosa lección: ser traviesos está bien, siempre y cuando se haga de manera responsable y respetando a los demás. Y así, el bosque volvió a ser un lugar feliz donde todos vivían en armonía.

FIN.

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