El Bosque de la Alegría


En un pequeño pueblo llamado Alegría, vivía una niña llamada Carolay.

Ella solía ser la más alegre y traviesa de todos los niños del lugar, pero un día algo cambió en su corazón y la tristeza se apoderó de ella. Un día, mientras paseaba por el bosque con la mirada perdida, Carolay escuchó una voz suave que le susurraba al oído: "¿Estás triste, pequeña?".

Sorprendida, Carolay levantó la vista y vio a una mujer anciana con ojos brillantes y una sonrisa cálida. "Sí, estoy muy triste", respondió Carolay con voz temblorosa. La mujer extendió su mano hacia ella y le dijo: "Ven conmigo, tengo algo que puede alegrar tu corazón".

Sin dudarlo, Carolay tomó la mano de la mujer y juntas emprendieron un camino desconocido en el bosque. Después de caminar un rato, llegaron a un claro lleno de flores de colores vibrantes y aromas embriagadores.

La mujer se detuvo frente a una flor especial con pétalos brillantes y le dijo a Carolay:"Estas son las flores mágicas que pueden cumplir cualquier deseo. Pero ten cuidado, solo aquellos con un corazón puro pueden pedirles algo".

Carolay observaba maravillada las flores mientras pensaba en qué desear. Finalmente decidió pedir lo más importante para ella en ese momento:"Quiero volver a ser feliz como antes", murmuró en voz baja.

Las flores comenzaron a brillar intensamente y de repente todo el claro se iluminó con una luz dorada. Un remolino mágico envolvió a Carolay y sintió cómo la tristeza abandonaba su corazón para dar paso a la alegría pura. La mujer anciana sonrió satisfecha al verla reír y jugar entre las flores.

Le explicó que el secreto de las flores mágicas era recordar lo bello de la vida incluso en los momentos difíciles. Desde ese día, Carolay aprendió a valorar cada instante de felicidad, por pequeño que fuera.

Compartió su nueva alegría con todos los habitantes del pueblo e inspiró a muchos a buscar la belleza en medio de la adversidad.

Y así, gracias a las flores mágicas y al amor incondicional de aquella sabia mujer, Carolay descubrió que la verdadera felicidad está dentro de uno mismo y que siempre hay luz al final del túnel si mantenemos viva nuestra esperanza y gratitud por lo bueno que nos rodea.

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