El bosque de la amabilidad


En un bosque misterioso y oscuro, habitaba una variedad de criaturas extrañas que solo salían de noche en busca de algo para comer.

Entre ellas se encontraban los temidos come-almas, unos seres con dientes afilados y ojos brillantes que acechaban a cualquier desprevenido viajero que se adentrara en su territorio. Un día, llegó al bosque un niño llamado Mateo. Había escuchado historias sobre las criaturas que lo habitaban, pero valientemente decidió explorarlo en busca de aventuras.

Mientras caminaba entre los árboles frondosos, sintió una presencia acechante a su alrededor. De repente, salieron de la oscuridad dos come-almas hambrientos.

Mateo se asustó, pero recordó las enseñanzas de sus padres sobre la importancia de mantener la calma en situaciones difíciles. Respiró hondo y les dijo con valentía: "-Hola amigos, ¿qué tal si buscamos juntos algo delicioso para comer? Seguro hay frutas por aquí cerca. "Los come-almas se miraron sorprendidos por la actitud amigable del niño.

Accedieron a seguirlo y juntos recorrieron el bosque en busca de comida. Descubrieron arbustos repletos de moras jugosas y árboles cargados de manzanas dulces.

Mateo les explicó que no necesitaban asustar a nadie para conseguir comida cuando podían recolectar frutas del bosque. Los come-almas probaron las delicias naturales y descubrieron un nuevo mundo de sabores que nunca antes habían experimentado. Se sintieron agradecidos con Mateo por enseñarles una forma pacífica y sostenible de alimentarse.

Desde ese día, Mateo visitaba regularmente el bosque oscuro para encontrarse con sus amigos los come-almas y compartir momentos llenos de alegría y camaradería.

Juntos aprendieron que la amistad y el respeto mutuo podían transformar incluso el lugar más sombrío en un sitio lleno de luz y armonía.

Y así, gracias a la valentía y bondad de un niño dispuesto a ver más allá de las apariencias, el bosque oscuro dejó atrás su fama tenebrosa para convertirse en un refugio donde criaturas diversas convivían en paz y armonía, demostrando que siempre hay una oportunidad para cambiar las cosas si uno está dispuesto a intentarlo con amor y comprensión.

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