El Bosque de la Amistad



Érase una vez en un hermoso bosque llamado Armonía, donde los árboles susurraban secretos y los animales vivían en paz. Un día, una gran tormenta llegó y causó caos en la comunidad. Los árboles más viejos, como el roble Don Ramón, estaban preocupados por los más jóvenes.

-Diablillo, ¿estás bien? - preguntó Don Ramón, al ver al pequeño árbol Diablillo tambalearse.

-Sí, Don Ramón, pero tengo miedo - respondió Diablillo, temblando.

En ese momento, el viejo roble ideó un plan y reunió a todos los animales del bosque.

-Queridos amigos, necesitamos ayudarnos unos a otros. Diablillo es pequeño y no puede soportar el peso de la tormenta solo - dijo Don Ramón con voz firme.

-¿Y qué podemos hacer? - preguntó Lila, la liebre, con ojos grandes y asustados.

-Podemos formar una cadena humana para proteger a Diablillo de los vientos fuertes - sugirió Tito, el zorro.

Todos los animales se miraron, dudando.

-¿Y si yo me mojo? - exclamó Lila.

-Pero si nosotros no ayudamos a Diablillo, podría caer - respondió Tito.

Finalmente, se organizó un equipo. Las ardillas usaron sus colas para cubrir las ramas de Diablillo, mientras que los patos formaban un círculo protector sobre el pequeño árbol. A medida que la tormenta pasaba, todos se dieron cuenta de que, aunque estaban un poco mojados, había algo más valioso: la amistad.

Cuando la tormenta terminó, los animales estaban cansados, pero todos sonreían.

-Gracias, amigos - dijo Diablillo, con lágrimas de alegría en sus ojos - nunca pensé que me cuidarían así.

-No solo cuidamos a Diablillo - respondió Don Ramón, con una sonrisa - hoy demostramos que juntos somos más fuertes.

Al día siguiente, cuando salió el sol, el bosque relucía como nunca antes. Todos los animales se reunieron para celebrar.

-¡Hagamos una fiesta! - gritó Lila, saltando de emoción.

La celebración fue un gran éxito, y todo el bosque se llenó de risas y música. Desde aquel día, Diablillo nunca dejó de crecer y se convirtió en uno de los árboles más fuertes del bosque.

Cada vez que pasaba una tormenta, todos recordaban el poder de la solidaridad y cómo se unieron para protegerse.

Y así, en el Bosque de la Amistad, los animales aprendieron que cuando se está unido, no hay tormenta que no se pueda superar, y que la verdadera fuerza está en la solidaridad y la amistad.

FIN.

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