El Bosque de la Amistad



En un hermoso bosque lleno de árboles centenarios y flores brillantes, habitaban un grupo de hadas mágicas. Cada hadita tenía su propia habilidad especial: Lilly podía hacer que las flores florecieran instantáneamente, Brilo iluminaba el camino con su luz chispeante y Nimbus podía crear pequeñas nubes para jugar. Juntas, formaban un equipo increíble.

Un día, mientras estaban en su claro favorito, Lilly dijo:

"¿No sería genial organizar una fiesta para todos los habitantes del bosque?"

"¡Sí! Podemos invitar a los pajaritos, a los conejos, a todos!" respondió Brilo emocionada.

"Y habrá mucho baile y risas!" agregó Nimbus.

Las hadas se pusieron a trabajar. Pasaron días planeando y preparando todo para la gran fiesta. Hicieron coronas de flores, organizaron juegos y prepararon una tarta gigante de frutas. El día de la fiesta, el bosque brillaba con colores y risas.

Pero, al caer la tarde, una sombra oscura apareció en el horizonte. Era el temido troll Garrax, que vivía en un castillo lejano. Garrax se acercó con una sonrisa traviesa.

"¿Qué está pasando aquí, haditas?" preguntó con voz grave.

"Estamos teniendo una fiesta!" respondió Brilo sin miedo.

"¿Fiesta? Suena interesante, pero..."

El troll hizo una pausa y miró alrededor, viendo la alegría y la diversión que había en el aire.

"Pero, ¿qué hay para mí?" dijo Garrax, frunciendo el ceño.

Las hadas se miraron preocupadas. Sabían que Garrax siempre se sentía excluido.

"Podrías unirte a nosotros!" sugirió Lilly, dando un paso adelante.

"¿Unirme? Pero yo nunca he sido parte de algo así. Soy un troll, no un hada..."

"No importa lo que seas, Garrax. Aquí, todos son bienvenidos porque lo que más importa es la amistad," dijo Nimbus con confianza.

Garrax parecía titubear. Nunca había experimentado algo así.

"No sé... tal vez no sea tan divertido como ustedes piensan," murmuró el troll.

Las hadas decidieron hacer un gesto especial para invitar a Garrax. Prepararon una corona de flores extra grande, suficiente para el gorro del troll. Al llegar a él, Lilly dijo:

"Mira, hemos hecho una corona para ti. Siempre hay un lugar para ti en nuestra fiesta."

Garrax se quedó sorprendido, pero sintió algo en su corazón.

"¿Para mí?" preguntó con voz suave.

"Sí!" respondieron las hadas al unísono.

"¿Puedo quedarme, de verdad?"

"Por supuesto! La amistad es para todos," dijo Brilo, sonriendo.

Garrax, emocionado, aceptó la corona y se unió a la fiesta. Al principio se sintió un poco extraño, pero pronto se dejó llevar por la música y empezó a bailar. A medida que pasaba el tiempo, los otros habitantes del bosque también se acercaron a él, sonriendo y disfrutando de su compañía.

La noche se llenó de risas, juegos y bailes. Garrax nunca había sido tan feliz. Cuando la fiesta llegó a su final, el troll, ya sin su actitud seria, miró a las hadas y dijo:

"Gracias. Nunca pensé que podría ser parte de algo tan maravilloso. Prometo ser un amigo mejor y ayudar a otros a no sentirse solos como yo solía estar."

Las hadas sonrieron, sabiendo que habían hecho algo especial. La amistad puede sanar corazones, incluso los de quienes parecen más distintos. Desde ese día, Garrax se convirtió en un habitual del bosque, ayudando a las hadas y jugando con los animales. Juntos, llenaron el bosque con alegría, risas y momentos inolvidables.

Al final, las hadas aprendieron que compartir su magia no solo llenaba el bosque de luz, sino que también abría las puertas a nuevas amistades.

Y así, el Bosque de la Amistad prosperó, lleno de magia y risas, con Garrax siendo uno de sus mejores amigos. Las hadas y el troll siempre recordaron esa noche, donde la luz de la amistad brilló más que nunca.

FIN.

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