El Bosque de la Amistad



Había una vez, en un bosque lleno de colores y árboles altos, un grupo de animales que vivía en paz. Un día, Luna, la ardilla, encontró unas nueces y gritó emocionada:

"¡Miren lo que encontré! ¡Nueces riquísimas!" - exclamó mientras saltaba de rama en rama.

Todos los animales, desde las aves hasta los ciervos, se acercaron a ver qué pasaba. Maxi, el conejo, fue el primero en llegar.

"¡Qué suerte, Luna! ¡Qué bien que encontraste nueces!" - dijo mientras movía sus orejas.

"Sí, pero no puedo comerlas todas solita. ¿Quieren compartir?" - preguntó Luna, sonriendo.

Los animales se miraron entre sí, y todos asintieron felices.

"¡Claro!" - dijeron en coro.

Se reunieron en un claro del bosque donde Luna comenzó a repartir las nueces. Cada uno tomó su parte y disfrutaron de una deliciosa merienda.

Mientras comían, llegó Tito, el búho sabio.

"¡Hola, amigos! ¿Qué celebran?" - preguntó con su voz profunda.

Luna respondió:

"¡Encontré nueces y estamos compartiéndolas! Es tan divertido".

"Eso suena maravilloso, pero saben que compartir va más allá de la comida, ¿verdad?" - dijo Tito.

Los animales se miraron confundidos.

"¿A qué te referís, Tito?" - preguntó Kiki, la zorra.

"Compartir también significa ayudarse mutuamente y estar ahí en los momentos difíciles. Por ejemplo, ¿han visto a Lía, la tortuga? Hace tiempo que no la veo por aquí" - comentó el búho.

Luna se sintió un poco triste.

"No... no la vi desde la última vez que jugamos en la charca. Quizás le caiga bien una visita" - dijo.

Maxi, siempre entusiasta, propuso:

"Vamos a buscarla. Tal vez le gustaría unirse a nosotros para jugar y comer nueces también".

El grupo de animales decidió ir en busca de Lía. Tras un rato de búsqueda, la encontraron al lado de una roca, luciendo preocupada.

"Hola, Lía. ¡Te extrañamos! ¿Por qué no has venido a jugar?" - le preguntó Kiki.

Lía suspiró y respondió:

"Es que me siento un poco sola y no tengo muchas ganas de salir".

Luna se acercó y le dijo:

"¡No te preocupes! Todos pasamos por momentos así. Pero juntos podemos jugar y hacer que te sientas mejor".

Lía sonrió débilmente.

"¿De verdad creen que eso podría ayudarme?" - preguntó.

Maxi exclamó:

"¡Por supuesto! Además, siempre, siempre es más divertido estar juntos. Ven, tenemos un montón de nueces y muchas ganas de jugar en la charca".

Finalmente, Lía aceptó unirse al grupo. Pronto todos estaban jugando, riendo y disfrutando del sol mientras se divertían en la charca. Lía empezó a sentirse más alegre cada momento que pasaba.

De vuelta en el claro, Tito observó con satisfacción.

"¿Ven lo importante que es compartir no solo la comida, sino también nuestro tiempo y nuestro apoyo?" - dijo el búho.

"Sí, Tito. ¡Qué gran lección!" - dijo Luna, mientras abrazaba a Lía.

A partir de ese día, Lía se convirtió en parte activa del grupo y todos disfrutaron de su compañía, haciendo muchas más excursiones juntos. Aprendieron que compartir significaba estar ahí en los buenos y malos momentos, y que la verdadera amistad se construye sobre el apoyo mutuo.

El Bosque de la Amistad se llenó de risas y el resplandor de la unidad, recordándoles que juntos podían superar cualquier obstáculo. Así, los animales vivieron felices, siempre recordando que en la amistad, lo que más importa es estar ahí unos para otros.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!