El Bosque de la Amistad
Había una vez, en un colorido bosque lleno de árboles altos y flores brillantes, un pequeño zorro llamado Zizi. Zizi era un zorro muy travieso, pero también muy egocéntrico. Le encantaba presumir de lo rápido que podía correr y de lo astuto que era. Un día, mientras caminaba por el bosque, se encontró con varios animales que estaban planeando una gran fiesta de amistad.
"¡Hola a todos! ¿Por qué están tan ocupados?", preguntó Zizi con una sonrisa arrogante.
"Estamos preparando una fiesta para celebrar la amistad", respondió Lila, la conejita. "Queremos invitar a todos los animales del bosque. ¿Quieres venir?"
"¿Una fiesta? ¡Claro! Pero solo si yo soy el centro de atención", dijo Zizi.
Los demás animales intercambiaron miradas, pero decidieron invitarlo. Así, Zizi pensó que sería el mejor de todos y comenzó a presumir.
Cuando llegó el día de la fiesta, Zizi llegó el primero. Veía cómo los demás animales se esforzaban por decorar. Sin embargo, cuando empezaron a llegar los invitados, se dio cuenta de que nadie lo estaba mirando. Todos estaban muy felices entre ellos, riendo y jugando.
"¡Miren! ¡Llegué! ¡Soy el zorro más rápido!", gritó Zizi, pero nadie le respondió. Estaban demasiado ocupados jugando con el pequeño ardilla Tito, que había traído muchos juegos.
En un momento, Zizi decidió que tenía que hacer algo para llamar la atención. Corrió hacia donde estaban todos y dijo:
"¡Si no me prestan atención, me iré!"
Pero en lugar de sentir pena por él, los animales siguieron riendo y jugando juntos.
"No te vayas, Zizi. Ven a jugar con nosotros", le dijo Lila. Pero Zizi se cruzó de brazos, ignorándola.
Al ver que Zizi no se unía, el pequeño Tito tuvo una idea. Propuso un juego llamado "El Rincón de los amigos", donde cada animal tenía que compartir algo especial sobre sí mismo.
"Yo soy Tito y me encanta saltar entre las ramas", dijo el ardilla, mientras todos lo miraban con atención.
"Yo soy Lila y me gusta recoger flores para adornar el bosque", dijo la conejita.
Cuando llegó el turno de Zizi, se dio cuenta de que no había compartido nada. Su cara se puso roja.
"Yo...”, empezó a titubear. “Yo soy Zizi y... me encanta correr rápido, pero… nunca juego con los demás. Solo quiero ser el mejor."
Los animales sonrieron amablemente y Lila le dijo:
"No necesitas ser el mejor para ser nuestro amigo, Zizi. A todos nos gusta ayudarnos y jugar juntos."
Zizi se sintió un poco avergonzado, pero comprendió que la amistad no se trataba de ser el número uno. Entonces, decidió unirse al juego, y pronto se dio cuenta de lo divertido que era compartir momentos y reír con sus amigos.
De repente, un fuerte estruendo retumbó en el bosque. Un gran arco iris apareció en el cielo, seguido de una lluvia de colores. Todos se asombraron y dejaron todo para mirar.
"¡Qué hermoso!", exclamó Tito.
Zizi miró a su alrededor y vio a todos juntos, todos felices bajo la lluvia de colores. En ese momento, comprendió que la verdadera alegría estaba en disfrutar con sus amigos, no en ser el mejor.
"Gracias por invitarme", dijo Zizi sinceramente. "Prometo ser un mejor amigo."
Los otros animales lo abrazaron, y desde entonces, Zizi dejó de lado su egocentrismo. Aprendió que la verdadera amistad se basa en compartir, escuchar y jugar juntos, y cada vez que el bosque celebraba, Zizi siempre fue el más feliz, no porque fuera el mejor, sino porque estaba rodeado de sus mejores amigos.
Y así, en el colorido bosque, la amistad se volvió más fuerte y el egocentrismo se desvaneció, dejando lugar a la unión y la alegría entre los animales.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.