El Bosque de la Amistad



En un hermoso bosque lleno de árboles altos y flores de colores, vivían tres amigos inseparables: Luna, una pequeña ardilla curiosa, Roco, un fuerte oso pardo y Tino, un sabio búho. Todos los días jugaban, exploraban y aprendían juntos. Pero un día, una gran tormenta se desató en el bosque. El viento soplaba fuerte y la lluvia caía sin parar. Los amigos decidieron refugiarse en una cueva para esperar a que pasara la tormenta.

"¡Ay, cómo me asusta este viento!" - exclamó Luna, mientras se acurrucaba cerca de Roco.

"Tranquila, Luna. Estaremos a salvo aquí" - dijo Roco, tratando de calmarla.

"Lo importante es que estemos juntos. La tormenta pasará" - añadió Tino, con su voz suave.

Mientras esperaban, escucharon un sonido extraño que provenía de fuera de la cueva. Era el llanto de un pequeño ciervo que había quedado atrapado entre los árboles caídos.

"¡Ayúdalo, por favor!" - suplicó Luna, con los ojos llenos de preocupación.

"Pero, ¿y si la tormenta vuelve a intensificarse?" - preguntó Roco, un poco asustado.

"No podemos dejarlo allí. Necesita nuestra ayuda" - insistió Tino, decidido.

Los tres amigos se miraron. Sabían que debían actuar con valentía. Al salir de la cueva, notaron que la tormenta había comenzado a calmarse. Con cuidado, se acercaron al pequeño ciervo, que estaba temblando y atrapado.

"¡Vamos, pequeño! No te preocupes, estamos aquí para ayudarte" - dijo Luna, mientras intentaba consolarlo.

"Con mi fuerza, puedo mover las ramas" - propuso Roco, determinando a hacer lo posible.

"Y yo puedo guiarlo para que encuentre el camino a casa" - añadió Tino.

Trabajaron en equipo: Roco movía las ramas con su imponente fuerza, Luna hablaba con el ciervo para que no tuviera miedo, y Tino observaba desde arriba para asegurarse de que el camino estuviera despejado. Después de un rato, lograron liberar al pequeño ciervo.

"¡Gracias, amigos!" - dijo el ciervo, que temblaba pero sonreía al poder liberarse. "No sé qué haría sin ustedes. Soy Timo, por cierto."

"¡Qué alegría conocerte!" - dijo Luna, saltando emocionada. "¿A dónde vas?"

"A casa con mi mamá, vive cerca de un arroyo. ¿Quieren venir?" - preguntó Timo, con ojos brillantes.

Decidieron acompañarlo. En el camino, compartieron historias y risas. Se sentían más unidos que nunca.

Pero pronto, el cielo se oscureció de nuevo, y una nueva tormenta comenzó a formarse. Los amigos miraron a su alrededor, y vieron que el camino hacia el arroyo estaba lleno de barro y obstáculos.

"No puedo avanzar por aquí, es muy resbaloso. ¡No quiero caer!" - expresó Timo, un poco desanimado.

"No te preocupes, Timo. Te ayudaremos" - afirmó Luna, mirando a Roco y Tino. "Voy a buscar ramitas para hacer un camino."

"Yo te ayudaré a mantenerte firme y a encontrar el mejor camino" - añadió Tino.

Roco se quedó atrás para asegurarse de que ninguna rama obstaculizara el paso y mientras tanto, Luna y Tino trabajaban juntos. La tormenta ya había comenzado a caer, pero no se dejaron llevar por el miedo. Con trabajo en equipo, lograron construir un pequeño camino sobre el barro, y guía a Timo para que pudiera cruzar sin temor.

Finalmente, llegaron al arroyo, donde la mamá de Timo les esperaba. Ella miró a su pequeño con grandes ojos agradecidos.

"¡Timo! Te estaba buscando. Gracias a estos valientes amigos, estás a salvo" - exclamó la mamá ciervo.

"Nos ayudamos entre todos. ¡La amistad es lo mejor!" - dijo Roco, sonriendo.

Después de despedirse, Roco, Luna y Tino regresaron a su hogar en el bosque, sintiéndose satisfechos de haber ayudado a un nuevo amigo. A partir de ese día, la historia del pequeño ciervo y los tres amigos se convirtió en una leyenda en el bosque, recordando a todos sobre el poder de la amistad y la valentía.

Y así, los tres amigos siguieron explorando el bosque, siempre listos para ayudar a quienes lo necesitaran, saben que juntos podían enfrentar cualquier tormenta.

FIN.

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