El Bosque de la Amistad



Había una vez una niña llamada Sofía, era muy traviesa y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Sin embargo, había algo que le daba mucho miedo: la oscuridad.

Sofía no podía dormir sin su lámpara de noche encendida y siempre corría rápidamente a encender las luces cada vez que oscurecía.

Un día soleado, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, Sofía se adentró más y más en él sin darse cuenta de lo lejos que se encontraba de su hogar. De repente, el cielo se cubrió de nubes grisáceas y comenzó a llover intensamente. La lluvia caía tan fuerte que pronto todo el bosque quedó sumido en la oscuridad.

El corazón de Sofía empezó a latir rápidamente mientras trataba de encontrar su camino de regreso a casa. Pero cuanto más caminaba, más perdida se sentía. Las ramas crujían bajo sus pies y los sonidos del bosque parecían asustarla aún más.

Sofía decidió buscar refugio debajo de un árbol grande para protegerse de la lluvia torrencial. Mientras esperaba pacientemente a que amainara la tormenta, escuchó un ruido extraño proveniente detrás del árbol. - ¿Quién está ahí? -preguntó con voz temblorosa.

De entre los arbustos salió una pequeña ardilla mojada por la lluvia. Parecía tan asustada como Sofía. - Hola, soy Pepito -dijo la ardilla-. ¿Estás perdida? Sofía asintió con la cabeza y le contó a Pepito cómo había terminado en el bosque.

- No te preocupes, puedo ayudarte a encontrar el camino de regreso a casa -dijo Pepito amablemente. Sofía estaba un poco nerviosa por seguir a una ardilla, pero confiaba en que Pepito sabría cómo guiarla.

Juntos, comenzaron a caminar por el oscuro bosque. La lluvia se detuvo gradualmente y los rayos del sol empezaron a filtrarse entre las nubes. De repente, escucharon un ruido fuerte proveniente de unos arbustos cercanos.

Sofía se asustó y agarró fuertemente la mano de Pepito. - Tranquila, solo es mi amigo Maxi -dijo Pepito mientras salían corriendo hacia los arbustos. Detrás de los arbustos se encontraba Maxi, un erizo simpático que también estaba perdido en el bosque.

Los tres se presentaron y decidieron trabajar juntos para encontrar su camino de regreso a casa. A medida que avanzaban por el bosque, encontraron desafíos como ríos que debían cruzar y árboles caídos bloqueando su camino.

Pero juntos encontraban soluciones creativas para superar cada obstáculo. Después de horas caminando y explorando juntos, finalmente llegaron al borde del bosque donde vieron las luces del vecindario de Sofía brillando en la distancia. Estaban emocionados porque habían logrado encontrar su camino de regreso a casa.

Sofía abrazó cariñosamente tanto a Pepito como a Maxi antes de despedirse. - Gracias por ayudarme a volver a casa -dijo Sofía con una sonrisa. - Fue un placer, Sofía.

Recuerda que nunca debes tener miedo de la oscuridad, siempre hay amigos dispuestos a ayudarte cuando te sientes perdida -respondió Pepito. Sofía aprendió una valiosa lección ese día: aunque la oscuridad puede asustar, siempre habrá alguien dispuesto a brindar ayuda y amistad.

Desde entonces, Sofía dejó de temerle a la oscuridad y se convirtió en una niña valiente que enfrentaba cualquier desafío con confianza y determinación.

FIN.

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