El bosque de la amistad


Había una vez un hermoso bosque donde vivían muchos animales. Todos eran muy amigos y les encantaba jugar juntos. Un día, decidieron que era hora de jugar al escondite, uno de sus juegos favoritos.

El conejo propuso ser el primero en contar hasta diez mientras los demás se escondían. Los animales estaban emocionados y comenzaron a buscar el mejor lugar para ocultarse.

El zorro se escondió detrás de un árbol, la ardilla trepó al tope de un arbusto y el pájaro se camufló entre las ramas del árbol más alto. Pero había dos amigos que no sabían dónde esconderse: el topo y el erizo.

El topo, aunque era muy simpático, no podía ver bien porque tenía problemas en sus ojos. Se sentía triste porque pensaba que siempre quedaba excluido de los juegos por su dificultad para ver. Por otro lado, estaba el erizo que era muy lento para moverse debido a sus pequeñas patitas cortas.

Aunque quería participar en todos los juegos con sus amigos, siempre se sentía frustrado porque nunca podía seguirles el ritmo. Cuando llegó su turno de buscar a los demás animales, el conejo notó que faltaban dos amigos importantes.

Decidió ir a buscarlos y encontró al topo triste cerca del río y al erizo desanimado bajo un árbol. "¿Qué les pasa? ¿Por qué no están jugando con nosotros?" preguntó preocupado el conejo.

El topo levantó la cabeza tristemente y respondió: "No puedo ver bien como ustedes, así que pensé que sería mejor no participar". El erizo suspiró y dijo: "Yo soy muy lento para correr, siempre me quedo atrás y me siento excluido".

El conejo sonrió con ternura y les explicó: "Amigos, el juego del escondite no se trata solo de ver o de correr rápido. Se trata de divertirnos juntos y aprender a trabajar en equipo.

No importa si ven poco o si caminan despacio, todos somos importantes aquí". Entonces, el conejo tuvo una idea brillante. Les propuso al topo y al erizo unirse como equipo para buscar a los demás animales.

El topo podría usar su olfato agudo para encontrar pistas mientras que el erizo podría moverse sigilosamente por lugares donde otros animales no podrían llegar. Los dos amigos se emocionaron mucho con la propuesta. Juntos, comenzaron a buscar a los demás animales del bosque sin perder ni un minuto.

El topo olfateaba el aire y encontraba rastros de los amigos escondidos mientras que el erizo se movía rápidamente entre las hojas caídas sin hacer ningún ruido.

Poco a poco, fueron encontrando uno por uno a todos los animales ocultos en lugares sorprendentes. El zorro detrás del árbol, la ardilla encaramada en lo alto del arbusto e incluso el pájaro disimulado entre las ramas más altas. Cuando terminaron de jugar al escondite, todos estaban felices y llenos de alegría.

Los animales aprendieron que cada uno tiene habilidades especiales que pueden ser útiles en diferentes situaciones. Desde aquel día, el bosque se convirtió en un lugar donde todos los animales trabajaban juntos y se ayudaban mutuamente sin importar sus diferencias.

El topo y el erizo se sintieron valorados y queridos por sus amigos, quienes aprendieron que la inclusión y el trabajo en equipo son fundamentales para construir una comunidad fuerte y amorosa.

Y así, los animales del bosque vivieron muchas aventuras juntos, siempre recordando que la verdadera amistad no tiene límites ni barreras.

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