El bosque de la amistad


Había una vez un hermoso bosque en el que vivían muchos animales. Entre ellos, se encontraba un oso llamado Benito, quien era muy solitario y triste. A pesar de ser grande y fuerte, se sentía vacío por dentro.

Un día de primavera, mientras caminaba entre los árboles, Benito escuchó risas provenientes de una pequeña niña llamada Sofía. Se acercó sigilosamente para ver qué estaba pasando. Sofía jugaba alegremente con su cometa en medio del campo.

El viento soplaba suavemente y hacía que la cometa volara cada vez más alto. Benito quedó maravillado al ver cómo la niña disfrutaba tanto de aquel simple juego. Sin pensarlo dos veces, el oso decidió acercarse a Sofía.

Sin embargo, ella se asustó al verlo tan cerca y salió corriendo hacia su casa. Benito se sintió triste por haberla asustado y decidió esperar hasta el día siguiente para intentarlo nuevamente.

Al amanecer, Sofía salió de su casa dispuesta a jugar nuevamente con su cometa. Esta vez, cuando vio al oso acercándose lentamente hacia ella, no sintió miedo sino curiosidad. - ¡Hola! ¿Quién eres tú? - preguntó Sofía con una sonrisa en su rostro.

- Soy Benito, el oso solitario - respondió tímidamente el animal-. He visto cómo te diviertes tanto jugando con tu cometa y me gustaría aprender a divertirme también.

Sofía le extendió la mano al oso y le dijo:- ¡Claro que sí, Benito! Será un gusto enseñarte a disfrutar de las cosas simples de la vida. Así comenzó una gran amistad entre el oso y la niña. Juntos pasaban tardes enteras jugando en el bosque.

Sofía le enseñaba a Benito a correr, saltar y trepar árboles, mientras él le mostraba cómo encontrar deliciosas bayas y miel. Pero un día, al regresar al bosque después de jugar en el río, se encontraron con una triste sorpresa.

Un grupo de cazadores había llegado al lugar para atrapar animales salvajes. Benito y Sofía se escondieron detrás de un arbusto y observaron cómo los cazadores iban capturando uno por uno a los animales del bosque.

El corazón del oso se llenó de angustia al pensar que también podrían atraparlo a él. Sin pensarlo dos veces, Benito decidió actuar. Se acercó sigilosamente a los cazadores y comenzó a hacer ruidos fuertes para distraerlos.

Mientras tanto, Sofía liberaba a todos los animales que estaban encerrados en jaulas. Los cazadores se asustaron tanto con el ruido que decidieron huir rápidamente del lugar sin poder llevarse ningún animal consigo.

El bosque volvió a estar en calma y todos los animales estaban libres gracias al valiente acto de Benito y la astucia de Sofía. Desde ese día, el oso ya no era conocido como "Benito, el oso solitario", sino como "Benito, el héroe del bosque".

Todos los animales le agradecieron por su valentía y la amistad con Sofía se fortaleció aún más. Benito aprendió que no importa cuán grande o fuerte seas, siempre puedes encontrar la felicidad en las cosas sencillas de la vida y que tener amigos verdaderos es lo más valioso que uno puede tener.

Y así, el oso y la niña siguieron disfrutando juntos de las maravillas del bosque, recordando siempre aquel día en el que se unieron para proteger a sus amigos animales y demostraron que incluso los más pequeños pueden hacer grandes cosas.

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