El bosque de la amistad



Había una vez cuatro amigos muy valientes, pero tenían un pequeño problema: le tenían miedo a la oscuridad. Lucía, Mateo, Sofía y Benjamín eran inseparables y siempre se apoyaban en todo momento.

Un día, decidieron hacer un viaje al pueblo vecino para pasar el fin de semana y disfrutar de nuevas aventuras. El camino hacia el pueblo era largo y atravesaba un frondoso bosque.

La única forma de llegar era caminando durante el día o pasar la noche en medio del bosque. Al enterarse de esto último, los cuatro amigos sintieron un escalofrío recorrer sus espaldas. "¿Pasar la noche en medio del bosque? ¡Qué miedo!"- exclamó Lucía con voz temblorosa.

Mateo intentó animarlos diciendo: "No se preocupen, estaremos juntos y nos cuidaremos mutuamente. Además, tenemos que enfrentar nuestros miedos si queremos ser verdaderamente valientes". Con esta idea tan valiente en mente, los cuatro amigos comenzaron su travesía al atardecer.

El sol comenzaba a ocultarse detrás de las montañas mientras ellos adentraban cada vez más en la espesura del bosque. A medida que avanzaban entre árboles altos y sombras danzantes, los ruidos nocturnos empezaron a aumentar.

Crujidos extraños y susurros desconocidos llenaron el aire. "¡Escuché algo!"- gritó Sofía asustada. Benjamín tomó la linterna que llevaba consigo e iluminó a su alrededor. Pero lo único que encontraron fue una familia de conejitos jugando en la maleza.

"No hay nada de qué preocuparse, solo son animales del bosque"- dijo Benjamín con una sonrisa reconfortante. Continuaron caminando hasta que encontraron un claro donde podrían descansar.

Pero al llegar, se dieron cuenta de que no había suficientes mantas para todos y tendrían que dormir sin ellas. Lucía miró a su alrededor y notó cómo las sombras bailaban entre los árboles. El miedo comenzó a apoderarse de ella nuevamente. "¿Y si algo malo nos pasa mientras dormimos?"- preguntó Lucía con voz temblorosa.

Mateo tomó la mano de Lucía y le dijo: "Confía en nosotros, estaremos juntos y nos cuidaremos mutuamente. Nada malo nos pasará mientras estemos juntos".

Con estas palabras reconfortantes, los cuatro amigos se acostaron en el suelo y cerraron los ojos. Pero sus miedos todavía les impedían conciliar el sueño. De repente, Sofía tuvo una idea brillante: "¡Cantemos canciones! La música siempre alegra el corazón y ahuyenta los miedos".

Los cuatro amigos comenzaron a cantar canciones divertidas y llenas de alegría. Sus voces resonaban en medio del bosque, rompiendo el silencio de la noche. Poco a poco, sus miedos fueron desapareciendo y sintieron cómo el cansancio los envolvía.

Cuando despertaron al amanecer, se dieron cuenta de que habían pasado una noche tranquila y sin problemas. Se abrazaron emocionados por haber superado sus miedos y continuaron su camino hacia el pueblo.

A medida que avanzaban, se dieron cuenta de que la oscuridad no era tan aterradora como pensaban. Descubrieron que dentro de ella había belleza e intriga, y que solo necesitaban confiar en ellos mismos y en sus amigos para superar cualquier obstáculo.

Y así, los cuatro amigos llegaron al pueblo vecino llenos de valentía y felicidad. Aprendieron que enfrentar sus propios miedos les permitió crecer y descubrir nuevas fortalezas dentro de sí mismos. Desde aquel día, Lucía, Mateo, Sofía y Benjamín nunca más le temieron a la oscuridad.

Siempre recordaron aquella noche en el bosque como un momento en el que se hicieron más fuertes juntos. Y cada vez que alguien les preguntaba si tenían miedo a algo, respondían con una sonrisa: "¡No tenemos miedo! ¡Somos valientes!"

FIN.

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