El Bosque de la Amistad
Había una vez en un bosque encantado, un grupo de amigos muy unidos que se llamaban a sí mismos "Los Exploradores Nocturnos".
Ellos solían aventurarse por el bosque todas las noches, descubriendo secretos y disfrutando de la magia que solo la noche podía brindarles. En una de sus expediciones, decidieron adentrarse más allá de lo conocido, explorando rincones misteriosos y senderos ocultos.
Sin darse cuenta, se fueron alejando cada vez más de su lugar habitual y terminaron perdiéndose en medio del bosque. -¡Oh no! ¿Dónde estamos? -exclamó Luna, la líder del grupo, mirando a su alrededor con preocupación. -Tenemos que mantener la calma y pensar con claridad -dijo Rayo, el más valiente de todos-.
Seguro encontraremos el camino de vuelta si trabajamos juntos. Así fue como los amigos comenzaron a buscar pistas para orientarse en aquel laberinto natural.
Caminaron entre árboles altísimos y arbustos frondosos, escuchando el ulular de los búhos y el crujir de las ramas bajo sus pies. La oscuridad era densa pero ellos no perdían la esperanza. De repente, vieron una luz brillante entre los árboles.
Intrigados, se acercaron sigilosamente y descubrieron a Luciérnaga, una pequeña criatura luminosa que bailaba con gracia en medio de un claro. -¡Hola amiguitos! ¿Se han perdido? Yo puedo guiarlos hacia casa -dijo Luciérnaga con amabilidad. Los Exploradores Nocturnos sintieron alivio al encontrar a alguien que podía ayudarlos.
Siguiendo a Luciérnaga, atravesaron pasadizos estrechos y cruzaron puentes improvisados sobre arroyuelos cristalinos. Finalmente llegaron a un claro iluminado por la luz plateada de la luna llena. -¡Estamos salvados! ¡Gracias Luciérnaga por tu ayuda! -exclamó Estrella con alegría.
-Nunca debimos aventurarnos tan lejos sin tener cuidado -reflexionó Sol con humildad-. Aprendimos una lección importante: es bueno explorar pero siempre debemos estar atentos a nuestro entorno.
Con esa enseñanza en sus corazones, Los Exploradores Nocturnos regresaron a su hogar satisfechos por haber superado juntos el desafío de perderse en el bosque. Desde entonces valoraron aún más su amistad y se prometieron nunca separarse durante sus travesías nocturnas.
Y así continuaron viviendo nuevas aventuras bajo el manto estrellado del cielo nocturno, recordando siempre que la unión hace la fuerza y que juntos podían superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino. Los amigos del bosque noche habían encontrado su verdadero tesoro: la amistad incondicional.
FIN.