El Bosque de la Amistad



Había una vez una niña llamada Alicia que vivía en un pequeño pueblo de Argentina. Alicia era una niña muy inquieta y siempre estaba buscando aventuras.

Sin embargo, tenía un problema: a veces se dejaba llevar por la ira y maltrataba a su mamá. Un día, después de regañar a su mamá sin razón alguna, Alicia salió corriendo de su casa para escapar de sus propios sentimientos de culpa.

Mientras caminaba por el bosque cercano al pueblo, se encontró con un conejito blanco que parecía perdido. Alicia se acercó al conejito y notó que estaba asustado. Decidió ayudarlo y lo llevó en brazos hasta su casa.

Al entrar, sorprendió a su mamá llorando en el sofá. - ¿Qué te pasa, mamá? - preguntó preocupada Alicia. - Estoy triste porque me lastimaste con tus palabras - respondió su mamá entre sollozos. Alicia sintió un nudo en la garganta mientras recordaba cómo la había tratado minutos antes.

Se arrepintió profundamente y decidió disculparse sinceramente. - Mamá, lamento mucho haber sido tan cruel contigo. No sé qué me pasó, pero prometo esforzarme por cambiar mi actitud - dijo Alicia con lágrimas en los ojos.

La mamá abrazó a Alicia con cariño y le dijo:- Hija mía, todos cometemos errores. Lo importante es reconocerlos y buscar ser mejores personas cada día. Sé que puedes cambiar si realmente te lo propones.

A partir de ese momento, Alicia decidió trabajar en sí misma para controlar su ira y tratar a los demás con respeto. Para ayudarla en su proceso de cambio, Alicia recordó al conejito que había encontrado y decidió llamarlo Jesús Protege.

Jesús Protege se convirtió en el mejor amigo de Alicia. Juntos, exploraban el bosque, jugaban y aprendían lecciones importantes sobre la amistad y la bondad.

El conejito siempre estaba ahí para recordarle a Alicia que debía tratar a los demás como le gustaría ser tratada. Con el tiempo, Alicia se convirtió en una niña más compasiva y amorosa. Nunca volvió a maltratar a su mamá ni a nadie más.

Aprendió que todos tenemos momentos difíciles, pero es importante controlar nuestras emociones y actuar con amabilidad. Alicia también compartió sus nuevas lecciones con otros niños del pueblo, enseñándoles sobre la importancia de tratar a los demás con respeto y empatía.

Desde aquel día, Alicia supo que siempre podía contar con Jesús Protege para guiarla por el camino correcto. Juntos demostraron que el amor y la amistad pueden cambiar vidas e inspirar grandes transformaciones.

Y así fue como Alicia encontró en sí misma la fuerza para cambiar su comportamiento negativo y convertirse en una persona llena de bondad y comprensión hacia los demás.

FIN.

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