El Bosque de la Amistad
Había una vez un hermoso bosque encantado donde vivían seres mágicos y maravillosos. En ese lugar lleno de magia, había un hada llamada Aurora, quien era conocida por su bondad y alegría.
Junto a ella vivía su fiel amigo, el unicornio Luna, que tenía un pelaje blanco como la nieve y un cuerno brillante en su frente. Un día, mientras Aurora volaba entre los árboles del bosque, escuchó una risa muy especial.
Siguió el sonido y encontró a un niño llamado Benito. Benito estaba jugando solo en medio del bosque cuando vio al hada acercarse. - ¡Hola! ¿Quién eres tú? - preguntó curioso el niño. - ¡Hola! Soy Aurora, el hada del bosque.
¿Y tú? - Yo soy Benito. ¿Puedo jugar contigo? Aurora sonrió y asintió con la cabeza. - Claro que sí, Benito. Te invito a conocer mi hogar mágico. Benito no podía creer lo que estaba escuchando.
Juntos volaron hacia la casa de Aurora en lo más alto de los árboles del bosque. Allí se encontraron con Luna, el unicornio. - ¡Wow! Un unicornio de verdad - exclamó emocionado Benito.
Luna relinchó amigablemente como si entendiera las palabras del niño. Desde ese día, los tres amigos pasaban sus días explorando el bosque encantado juntos. Descubrieron cuevas ocultas llenas de tesoros perdidos y ríos cristalinos donde nadaban con peces de colores brillantes.
Una noche, mientras caminaban por el bosque, se encontraron con una pequeña hada llamada Estrella. Estrella estaba triste porque se había perdido y no sabía cómo volver a su casa. - ¡Hola! ¿Necesitas ayuda? - preguntó Aurora preocupada.
- Sí, me he perdido y no encuentro mi camino de regreso a casa - respondió Estrella con lágrimas en los ojos. Aurora sonrió amablemente y le ofreció su mano. - No te preocupes, te ayudaremos a encontrar tu hogar.
Benito, Luna, ¿nos acompañan? Los cuatro amigos comenzaron a explorar el bosque en busca del hogar de Estrella. Caminaron durante horas bajo la luz de la luna llena hasta que finalmente encontraron un hermoso jardín lleno de flores brillantes.
En ese lugar mágico, vivían las hadas más ancianas y sabias del bosque. Las hadas mayores dieron la bienvenida a Estrella con alegría y gratitud por haberla encontrado sana y salva.
Agradecidas por la ayuda brindada, decidieron conceder un deseo a cada uno de los amigos como muestra de gratitud. Benito pidió tener siempre alegría en su corazón para compartir con los demás. Luna pidió ser capaz de volar más alto que nunca para proteger el bosque encantado.
Y Aurora pidió poder seguir cuidando del bosque y ayudando a quienes lo necesitaran. Con sus deseos concedidos y el corazón lleno de felicidad, los cuatro amigos se despidieron con abrazos cálidos y prometieron volver a encontrarse en el bosque encantado.
Desde aquel día, Benito visitaba el bosque siempre que podía y compartía su alegría con todos los seres mágicos que habitaban allí. Luna volaba por encima del bosque, protegiéndolo de cualquier peligro.
Y Aurora continuó siendo la guardiana de la magia y la bondad en aquel lugar especial. Y así, gracias a su amistad y valentía, el bosque encantado siguió siendo un lugar lleno de magia y felicidad para todos los que lo visitaban.
FIN.