El Bosque de la Amistad
En lo profundo del bosque, cerca de un tranquilo lago, se encontraba una pequeña cabaña donde vivían tres niños: Martina, Juan y Tomás. Los tres eran grandes amigos y les encantaba explorar el bosque en busca de aventuras.
Una mañana, los niños decidieron ir más allá de lo que solían explorar y se adentraron en el corazón del bosque. Mientras caminaban entre los árboles altos y frondosos, escucharon un ruido extraño que provenía de un arbusto cercano.
Con curiosidad, se acercaron lentamente y descubrieron a un conejito atrapado entre las ramas. - ¡Pobrecito! Parece que está asustado -dijo Martina con tristeza. Sin dudarlo, Juan tomó al conejito con cuidado entre sus manos y lo liberó suavemente.
El conejito saltó de alegría y comenzó a brincar alrededor de los niños como si les estuviera agradeciendo. - ¡Gracias por ayudarme! Soy Cobi, el conejo del bosque -dijo el conejito con entusiasmo.
Los niños se presentaron y rápidamente entablaron amistad con Cobi. Juntos continuaron explorando el bosque, descubriendo rincones mágicos y conociendo a otros animales como Lila la ardilla traviesa, Max el zorro astuto y Luna la lechuza sabia.
Un día, mientras jugaban junto al lago cristalino, vieron a un ciervo herido en la orilla opuesta. Sin pensarlo dos veces, los niños pidieron ayuda a sus nuevos amigos animales para cruzar el lago y socorrer al ciervo herido.
- ¡Necesitamos encontrar algo para hacerle un vendaje! -exclamó Tomás preocupado. Luna la lechuza sugirió buscar algunas hojas grandes para envolver la pata lastimada del ciervo. Max el zorro encontró unas ramas flexibles que servirían como soporte para mantener el vendaje en su lugar.
Todos colaboraron juntos para cuidar al ciervo herido hasta que finalmente pudo levantarse y correr libre por el bosque una vez más. El acto de bondad de los niños no pasó desapercibido en el bosque.
Pronto se corrió la voz sobre su valentía y generosidad para ayudar a quienes lo necesitaban. Otros animales del bosque empezaron a acudir a ellos en busca de ayuda o simplemente para compartir momentos especiales juntos.
Con el tiempo, la cabaña de Martina, Juan y Tomás se convirtió en un lugar de encuentro donde todos los habitantes del bosque podían reunirse para jugar, aprender unos de otros y disfrutar de la compañía mutua.
Los días se llenaron de risas, canciones e historias compartidas bajo las estrellas brillantes del cielo nocturno.
Y así fue como aquellos tres valientes amigos descubrieron que la verdadera magia estaba en ayudarse mutuamente, respetar a todos los seres vivos que habitaban el bosque y cultivar la amistad sincera que perduraría por siempre en sus corazones.
FIN.