El bosque de la amistad perdida



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, dos niñas llamadas Vic y Anto. Ellas eran inseparables, siempre estaban juntas jugando y explorando el mundo que las rodeaba.

También tenían dos fieles compañeras, Kali, una perrita traviesa y Morita, una gatita curiosa. Un día soleado de verano, Vic y Anto decidieron salir a dar un paseo por el bosque con Kali y Morita.

Estaban tan emocionadas con la idea de descubrir nuevos lugares que no se dieron cuenta de lo lejos que se adentraron en el bosque. De repente, se dieron cuenta de que estaban perdidas. "¡Oh no! ¿Dónde estamos?" -exclamó Vic con voz temblorosa.

"Tranquila amiga, encontraremos el camino de regreso" -dijo Anto tratando de mantener la calma. Kali comenzó a ladrar nerviosa mientras Morita maullaba inquieta. Las cuatro se miraron preocupadas sin saber qué hacer.

Fue entonces cuando recordaron lo que sus padres les habían enseñado sobre cómo orientarse en la naturaleza. Ante la situación adversa, Vic y Anto decidieron poner en práctica todo lo aprendido.

Observaron el sol para determinar hacia dónde estaba el oeste, buscaron musgo en los árboles para encontrar el norte y escucharon atentamente los sonidos del bosque para identificar algún río cercano. Con valentía y astucia, las niñas lograron trazar un plan para regresar a casa junto con Kali y Morita siguiendo las señales naturales que les indicaban el camino correcto.

Durante su travesía enfrentaron desafíos como cruzar un arroyo sin puente e incluso escalar una pequeña colina empinada. "¡Lo estamos logrando chicas! ¡Vamos por buen camino!" -gritó Anto animando al grupo.

"Sí, juntas podemos superar cualquier obstáculo" -respondió Vic con determinación. Después de varias horas de caminar entre la espesura del bosque, finalmente vieron a lo lejos las luces del pueblo Villa Alegre brillando entre los árboles.

Un sentimiento de alivio invadió sus corazones al saber que estaban cerca de casa gracias a su ingenio y trabajo en equipo. Al llegar al pueblo fueron recibidas con abrazos cálidos por sus padres quienes estaban preocupados por su ausencia.

Les contaron emocionadas su aventura perdidas en el bosque y cómo lograron regresar utilizando sus conocimientos adquiridos. Desde ese día, Vic y Anto entendieron la importancia de estar preparadas ante cualquier situación imprevista y valorar la importancia del trabajo en equipo.

Nunca más volvieron a perderse en el bosque pero siempre recordarían esa experiencia como un momento donde demostraron su valentía y astucia. Y así termina esta historia donde cuatro valientes compañeras aprendieron que juntas pueden superar cualquier desafío si se mantienen unidas y confían en sus habilidades.

FIN.

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