El bosque de la comprensión



Había una vez un joven llamado Simón que sufría de autismo. Él era muy inteligente y amable, pero en la escuela algunos compañeros lo molestaban constantemente por ser diferente.

Esto lo entristecía mucho, y un día, después de una jornada especialmente dura, decidió correr hacia el bosque más cercano. Una vez en el bosque, Simón se sentó en el suelo y rompió en llanto. Estaba cansado de sentirse solo y desamparado.

Levantó la mirada al cielo y pidió ayuda con todas sus fuerzas: "¡Por favor, alguien ayúdame!"En ese momento, una luz brillante apareció entre los árboles. Simón se sorprendió al ver a un hombre vestido con túnicas marrones acercándose a él.

El hombre tenía una sonrisa cálida y ojos llenos de compasión. - Hola, Simón -dijo el hombre con voz suave-. Soy San Francisco y he venido a ayudarte. Simón no podía creerlo.

¿San Francisco había venido a ayudarlo? No entendía cómo eso era posible, pero algo en la mirada del hombre le transmitió paz y confianza. - ¿Qué haces aquí? -preguntó Simón con curiosidad. - He venido para enseñarte algo muy importante: el poder del perdón -respondió San Francisco-.

Cuando perdonamos a quienes nos han hecho daño, liberamos nuestro corazón del resentimiento y podemos encontrar paz interior. Simón escuchaba atentamente las palabras de San Francisco. Nunca antes le habían hablado sobre el perdón de esa manera tan especial.

- Pero es difícil perdonar a quienes me lastiman -dijo Simón con tristeza en sus ojos. - Lo sé, amigo mío -afirmó San Francisco-.

Pero recuerda que el perdón no es olvidar lo que pasó ni justificar las acciones de otros; es liberarte a ti mismo del peso del rencor. Permítete sanar tu corazón herido para poder seguir adelante con amor y compasión. Simón reflexionó sobre las palabras de San Francisco.

Poco a poco empezó a comprender que aferrarse al dolor solo le causaba más sufrimiento. Decidió abrir su corazón al perdón y dejar ir todo aquello que lo atormentaba.

Con cada paso que daba hacia la aceptación y la comprensión, Simón se sentía más liviano y libre. Se dio cuenta de que perdonar era un acto poderoso que lo empoderaba para enfrentar cualquier desafío con valentía y amor.

Desde aquel día en el bosque junto a San Francisco, Simón aprendió a perdonar no solo a los demás sino también a sí mismo por todas las veces que se había sentido menospreciado o incomprendido. Descubrió que la verdadera fortaleza radica en la capacidad de amar incondicionalmente sin importar las circunstancias.

Y así, rodeado por la naturaleza silenciosa del bosque, Simón abrazó su nueva verdad: el perdón es el camino hacia la paz interior y la felicidad duradera.

Con San Francisco como guía espiritual, emprendió un viaje lleno de aprendizajes donde cada experiencia era una oportunidad para crecer en sabiduría e compasión hacia sí mismo y los demás.

FIN.

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