El bosque de la comunicación magica



En un rincón del vasto mundo, existía un encantador bosque llamado El Bosque de la Comunicación, donde todos los animales vivían en armonía, gracias a su capacidad de hablar con respeto y amabilidad. Cada día, los conejitos saltarines, las sabias lechuzas y los zorrillos traviesos intercambiaban historias y risas, creando un ambiente lleno de paz.

Un día, mientras todos los animales se reunían en su claro favorito para celebrar la llegada de la primavera, ocurrió un problema inesperado. La tortuga Tula, conocida por su lentitud, había encontrado un brillante y hermoso diamante en el camino. Al mostrarlo a sus amigos, les dijo:

"¡Miren este tesoro! Es el más hermoso que he visto en mi vida!"

Los ojos de los demás animales brillaron de emoción. Pero, en vez de celebrar, pronto empezaron a discutir sobre quién debía quedarse con el diamante.

"Yo creo que me lo merezco porque he sido el más rápido en encontrarlo!" dijo Rayo, el conejo.

"No, no! Tula fue quien lo encontró y debería quedarse con él!" argumentó Pipo, el ratón.

"Pero es tan brillante, deberíamos hacer una carrera y el que gane se lo queda!" sugirió Flori, la ardilla, saltando de un lado a otro.

"Es solo un diamante, ¡deberíamos compartirlo!" gritó Bambi, el ciervo, tratando de calmar a todos.

Las voces se alzaron y la paz en el bosque se desvaneció. La discusión comenzó a convertirse en un alboroto y el clima festivo del claro se volvió tenso. Justo en ese momento, apareció Luna, la lechuza sabia, quien había estado observando desde su rama alta. Ella decidió intervenir.

"Queridos amigos, ¿qué está sucediendo aquí?"

La multitud se volvió hacia ella, aún discutiendo sobre el diamante. Luna, con su voz serena, propuso:

"¿Por qué no hacemos una reunión para hablar sobre esto? En lugar de discutir, podemos buscar una solución juntos."

Los animales se miraron y, ante la sabiduría de Luna, decidieron detenerse y reflexionar.

Luna convoco a todos y pidió que en un círculo, cada uno tendría la oportunidad de expresar su opinión, en orden y escuchando al otro.

"Yo solo quería el diamante porque es bello y podría hacer mi casa más linda. Pero quizás no es justo tomarlo solo para mí." dijo Rayo.

Los demás asintieron, el pequeño conejo se mostró comprensivo.

"Tula, tú lo encontraste. ¿Cómo te sientes al respecto?"

"Me alegra que lo hayan encontrado. Me gustó el brillo, pero tampoco es necesario que solo uno lo tenga. Me gustaría que todos pudiéramos disfrutarlo de alguna manera."

La ardilla Flori pensó en voz alta:

"¡Podríamos usarlo para embellecer el claro! Así todos podríamos disfrutar su magia."

"Exacto! Haremos una fuente donde todos podamos admirarlo!" propuso Bambi, emocionado.

Finalmente, decidieron crear una hermosa fuente en el centro del claro y colocar el diamante en la parte superior. Todos colaboraron: Rayo trajo ramas, Tula y Pipo hicieron la base y Flori decoró con flores. Con el diamante iluminando la fuente, el claro volvió a llenarse de risas y alegría.

"¡Esto es hermoso! ¡Nunca pensé que podríamos crear algo así juntos!" exclamó Rayo al ver la fuente terminada.

"La belleza del diamante no se compara con la amistad y la colaboración que todos compartimos hoy," añadió Tula.

Desde aquel día, los animales del Bosque de la Comunicación aprendieron que en lugar de pelear, podían unir sus talentos y crear juntos. Y así, el diamante brilló más que nunca, iluminando no solo el claro, sino también los corazones de todos los que vivían en el bosque.

Y cada vez que alguien enfrentaba un problema, recordaban cómo lo resolvieron en esta ocasión, eligiendo siempre el respeto y la amabilidad por encima de todo.

Fin.

FIN.

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