El Bosque de la Felicidad
En un pequeño pueblo llamado Alegría, todos los meses de primavera los niños se reunían en la plaza a escuchar las historias de la abuela Rosa, la narradora más querida del lugar. Un día, mientras contaba sobre el bosque encantado donde crecían plantas y hongos mágicos, un grupo de amigos se sintió inspirado a buscar ese lugar especial.
"- ¡Vamos a encontrar el bosque encantado! - propuso Lila, la más aventurera de la pandilla.
"- Pero, ¿qué hay en ese bosque? - preguntó Mateo, un poco asustado.
"- Dicen que allí se encuentra la Planta de la Felicidad, que puede hacer sonreír a cualquiera que la toque - explicó Sofi, que siempre tenía un dato interesante.
"- ¡Nosotros podemos ayudar a mucha gente! - dijo Nico, emocionado.
Y así, Lila, Mateo, Sofi y Nico se pusieron en marcha. A medida que se adentraban en el camino que llevaba al bosque, se encontraron con una anciana sabia que les advirtió:
"- Cuidado, niños, el camino puede ser difícil y el bosque está lleno de sorpresas. -
Los chicos asintieron, decididos a seguir adelante. Tras horas de caminar, llegaron a un claro lleno de plantas y hongos de colores vibrantes. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que el lugar era mucho más complejo de lo que habían imaginado.
"- Miren esos hongos, parecen bailar - señaló Lila, señalando hacia un grupo de hongos que parpadeaban con tonos celestes.
"- ¿Y si bailamos con ellos? - sugirió Nico, moviéndose al ritmo de la música que surgía del lugar.
Los cuatro comenzaron a bailar y, sorprendentemente, cada paso que daban hacía reír a los hongos. De pronto, un hongo mucho más grande que los demás se acercó.
"- ¡Soy el Hongo Rítmico! - exclamó con una voz melodiosa. - ¿Por qué han venido aquí?"- Estamos buscando la Planta de la Felicidad - respondió Sofi, un poco nerviosa.
"- Para encontrarla, primero deben entender la felicidad - dijo el Hongo Rítmico. - La felicidad no se encuentra solamente en un lugar, sino en lo que hacemos y en moments que compartimos.
Los amigos se miraron entre sí, confundidos. "-¿Cómo podemos aprender eso? - preguntó Mateo.
"- Primero, ¡canten una canción sobre su amistad! - ordenó el hongo.
Sin dudarlo, los chicos comenzaron a cantar. La música llenó el bosque y, como si los árboles los entendieran, se unieron a la fiesta, moviendo sus ramas.
Cuando terminaron de cantar, el Hongo Rítmico sonrió. "- ¡Bien hecho! Ahora deben encontrar una forma de ayudar a alguien más. "- ¿Ayudar a quién? - preguntó Nico.
"- A quien se cruce en su camino. La felicidad también se encuentra dando. - respondió el hongo.
Con ese nuevo objetivo, los amigos se adentraron aún más en el bosque y encontraron a un pequeño conejo que parecía triste.
"- ¿Por qué estás triste, pequeño? - le preguntó Lila.
"- Perdí mi camino y no sé cómo volver a casa - sollozó el conejo.
"- ¡No te preocupes! Nosotros te ayudaremos! - dijo Sofi, convencida.
Los chicos se pusieron a trabajar. Usando ramas y hojas, hicieron un mapa que guiara al conejo hasta su hogar.
"- ¡Gracias! - exclamó el conejo, sus ojos brillaban de alegría. - Ahora sí puedo volver a casa.
Al verlo feliz, los amigos también sintieron una oleada de alegría. El Hongo Rítmico apareció de nuevo y dijo:
"- Ahora sí, vayan y encuentren la Planta de la Felicidad.
Los niños continuaron su aventura, esta vez mucho más esperanzados. Finalmente, llegó un momento en que se encontraron con una luz brillante.
"- ¡Miren! - gritó Mateo. - ¡Es la Planta de la Felicidad! -
La planta era magnífica, con flores brillantes que emanaban risas al tocarlas. Pero también se dieron cuenta de que la verdadera felicidad no solo provenía de la planta, sino de las risas que compartieron, de ayudar al conejo y de la música que crearon juntos.
"- Creo que hemos encontrado la verdadera felicidad, chicos - dijo Sofi con una sonrisa.
Al final, decidieron llevar algunas semillas de la Planta de la Felicidad de vuelta a su pueblo, para que todos pudieran experimentar un poco de alegría.
Regresaron a Alegría con sus corazones llenos de felicidad y historias que contar. La abuela Rosa los esperaba ansiosa.
"- ¡Cuéntenme, cuéntenme! - gritó entusiasmada.
Los amigos compartieron su increíble aventura, y desde aquel día, el pueblo de Alegría nunca dejó de reír y celebrar la belleza de la amistad y la alegría de ayudar a los demás.
FIN.