El Bosque de la Lealtad



En un bosque mágico, donde los árboles susurraban secretos y el aire estaba impregnado de dulces aromas, vivían dos mejores amigas: Lila, una hada de alas brillantes, y Runa, una astuta zorrita. Juntas, recorrían los caminos del bosque, ayudando a los animales en apuros y compartiendo risas junto a ríos de aguas cristalinas.

Un día, mientras recogían flores coloridas para hacer coronas, Lila y Runa escucharon un alboroto justo cerca del Gran Roble, un árbol antiguo que siempre estaba lleno de vida. Intrigadas, se acercaron y encontraron a un grupo de criaturas del bosque, entre ellos un pequeño ciervo, un búho sabio y varias ardillas, que discutían con una pandilla de hadas traviesas lideradas por una hada llamada Trixie.

"¡Dame la fruta dorada del árbol encantado!" - gritaba Trixie.

"¡Pero esa fruta es muy especial! La usamos para curar a los que están enfermos!" - respondió el ciervo, tembloroso.

Lila, preocupada por el enfado de Trixie, se acercó y dijo:

"¿Por qué la quieres, Trixie? Hay muchas otras cosas que puedes hacer en el bosque."

"¡Porque quiero hacer el mejor festín que haya existido! Y no pienso dejar que nadie me detenga!" - replicó Trixie, cruzando los brazos.

Runa, que era muy astuta, se puso a pensar. Sabía que la fruta dorada tenía un poder especial y no podía caer en las manos equivocadas. Entonces, se le ocurrió una idea brillante.

"Podemos hacer un trato. ¿Qué tal si hacemos un concurso? Si ganas, podrás llevarte la fruta, pero si pierdes, tendrás que ayudar a los demás en el bosque durante un mes."

"¡Acepto!" - dijo Trixie emocionada, sin pensar en lo que podría implicar perder.

Así, se organizó el concurso. Lila, Runa y los demás animales del bosque se unieron para hacer una serie de pruebas de habilidad y lealtad. El primer desafío fue una carrera en la que todos debían completar un recorrido lleno de obstáculos. Trixie, confiada, voló rápidamente, pero se olvidó de ayudar a sus amigas hadas que se habían caído.

"¡Vamos, Trixie! Ayudalas!" - gritó Runa desde atrás. Pero Trixie, empeñada en ganar, solo continuó corriendo.

El segundo desafío fue ayudar a un árbol caído. Las criaturas del bosque trabajaron en equipo, mientras Trixie se quedó mirando, pensando solo en su premio.

"¿Dónde está tu lealtad, Trixie?" - le preguntó Lila, mientras levantaba ramas junto a los demás. Trixie sintió una punzada de culpa.

El último desafío era el más complicado. Tendrían que buscar piedras mágicas escondidas por el bosque, pero estaban distribuidas en lugares peligrosos. Runa se ofreció para ayudar a Trixie, pero ella no quería aceptar su ayuda.

"No necesito a nadie, puedo hacerlo sola!" - dijo Trixie, pero el verdadero peligro vino cuando se acercó demasiado a un arroyo caudaloso. Atrapada en la orilla, empezó a desesperarse.

"¡Ayuda!" - gritó Trixie. Para su sorpresa, las criaturas del bosque, en lugar de dejarla, corrieron a ayudarla. Lila, Runa y el ciervo hicieron una cadena humana para sacarla.

"¿Por qué lo hiciste?" - preguntó Trixie, con lágrimas en los ojos una vez que estuvo a salvo.

"Porque somos leales y amigos. Así se construye la confianza en nuestro bosque" - respondió Lila.

Ese día, Trixie aprendió una valiosa lección. Cuando regresaron al Gran Roble, agradeció a todos por ayudarla.

"Me doy cuenta de que ganar no es lo más importante, lo que realmente vale es ayudar a los demás," - dijo Trixie con una sonrisa.

Entonces, aceptó que no se llevaría la fruta dorada, sino que en su lugar se comprometió a hacer un festín para todos, utilizando ingredientes que se encontraran en el bosque. Desde ese día, se unió a Lila y Runa, aprendiendo a ser una verdadera amiga y a ayudar a todos a su alrededor.

Así, la lealtad y la amistad florecieron en el bosque mágico, recordando a todos los habitantes que la verdadera magia se encuentra en el corazón y en el apoyo incondicional hacia los demás. Y así, el bosque prosperó y brilló aún más, lleno de risas y aventuras compartidas.

Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.

FIN.

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