El Bosque de la Valentía



Había una vez una niña llamada Agustina, a quien le encantaba explorar y aventurarse en el bosque cercano a su casa.

Un día, mientras jugaba entre los árboles y cantaba con los pájaros, Agustina se dio cuenta de que había perdido el rastro de su camino de regreso. Agustina comenzó a sentirse preocupada. No sabía cómo volver a casa y la oscuridad del bosque empezaba a asomarse lentamente.

Caminó por un sendero desconocido, intentando recordar cómo llegar a su hogar, pero cada paso la alejaba más. Desesperada, Agustina decidió sentarse en un tronco caído para pensar qué hacer. Fue entonces cuando escuchó unos pasos acercándose.

Era Agustin, un niño del vecindario que también disfrutaba de las aventuras en el bosque. - ¡Hola! ¿Estás perdida? - preguntó Agustin con una sonrisa amigable. - Sí... me he perdido - respondió Agustina con lágrimas en los ojos.

Agustin se sentó junto a ella y le dijo:- No te preocupes, juntos encontraremos el camino de regreso. Vamos a utilizar nuestra inteligencia y astucia para salir de esta situación. Agustina se sintió aliviada al tener compañía y aceptó la ayuda de Agustin.

Juntos comenzaron a caminar por el bosque, siguiendo las huellas que iban dejando atrás para no perderse aún más. Mientras avanzaban, descubrieron un arroyo cristalino que cortaba su camino hacia casa. Sin embargo, no había ningún puente para cruzarlo.

- ¿Y ahora qué hacemos, Agustin? - preguntó Agustina con preocupación. Agustin sonrió y dijo:- No te preocupes, Agustina. Siempre hay una solución. Vamos a construir un puente improvisado con las ramas y piedras que encontraremos cerca del arroyo. Así lo hicieron.

Juntos, recolectaron ramas fuertes y colocaron piedras grandes en el agua para crear un camino seguro hacia el otro lado del arroyo. Cruzaron el puente sin problemas y continuaron su búsqueda de regreso a casa.

Pero la aventura no había terminado aún. Mientras caminaban, se toparon con una cueva oscura y misteriosa. Los dos niños se miraron nerviosos, pero decidieron enfrentar sus miedos juntos. Con linternas en mano, entraron cautelosamente en la cueva.

Descubrieron que estaba llena de murciélagos colgando del techo y eso los asustó aún más. - ¡No podemos retroceder ahora! - exclamó Agustin con determinación-. Tenemos que encontrar una salida.

Agustina asintió y ambos comenzaron a buscar una forma de escapar de la cueva. Después de mucho explorar, encontraron un pequeño túnel escondido detrás de unas rocas. Con cuidado, se arrastraron por él hasta llegar al otro lado.

Finalmente, después de muchas pruebas y obstáculos superados juntos, lograron encontrar el camino correcto hacia casa. Estaban exhaustos pero felices por haberse ayudado mutuamente.

Cuando llegaron a casa sana y salva gracias a su valentía y trabajo en equipo, Agustina abrazó a Agustin y le dijo:- ¡Gracias por rescatarme, Agustin! Aprendí que no importa cuán difícil sea una situación, siempre podemos encontrar soluciones si trabajamos juntos. Agustin sonrió y respondió:- De nada, Agustina. Recuerda que la amistad y el apoyo mutuo son las herramientas más poderosas para superar cualquier desafío.

Desde aquel día, Agustina y Agustin se convirtieron en los mejores amigos.

Juntos exploraron muchos otros lugares mágicos del bosque, siempre recordando que cuando las cosas se ponen difíciles, pueden confiar el uno en el otro para encontrar el camino de regreso a casa.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!