El Bosque de la Valentía


Había una vez una niña llamada Sofía y su hermanito, Tomás. Un día, decidieron aventurarse en un paseo por el bosque cercano a su casa.

Estaban tan emocionados que no se dieron cuenta de que se habían alejado demasiado y se habían perdido. Mientras caminaban sin rumbo, una misteriosa mujer apareció frente a ellos. Tenía ojos brillantes y vestía un largo vestido negro.

La mujer les ofreció ayuda y les dijo que podían quedarse en su casa hasta que encontraran el camino de regreso. Sofía y Tomás aceptaron agradecidos la oferta de la mujer desconocida.

Pero lo que no sabían era que esa mujer era en realidad un demonio disfrazado, cuyo único objetivo era hacerles daño. Cuando llegaron a la casa, todo parecía normal al principio. Sin embargo, poco a poco comenzaron a notar cosas extrañas: puertas que se cerraban solas, ruidos escalofriantes provenientes del sótano y sombras misteriosas recorriendo las habitaciones.

Una noche, mientras estaban cenando en la cocina, Sofía notó algo extraño en los ojos de la —"mujer" . Brillaban con malicia mientras miraba fijamente a los niños.

Sofía sintió un escalofrío recorrerle la espalda y supo en ese momento que tenían que escapar antes de ser atrapados por aquel ser maligno. Decidieron esperar hasta altas horas de la noche para poder huir sin ser vistos. Mientras todos dormían profundamente, los hermanos tomaron valor y salieron sigilosamente de la casa.

Caminaron rápidamente por el bosque, siguiendo las estrellas que brillaban en el cielo oscuro. Después de mucho tiempo caminando, finalmente encontraron a un anciano sabio que vivía en una pequeña cabaña.

Les explicaron lo que les había sucedido y el anciano los escuchó atentamente. El anciano les dijo: "A veces, las apariencias pueden engañar y es importante confiar en nuestros instintos. Pero también debemos aprender de nuestras experiencias y no permitir que el miedo nos controle".

Sofía y Tomás asintieron con la cabeza, entendiendo el mensaje del sabio. Agradecieron al anciano por su ayuda y siguieron su camino hacia casa. Desde ese día, Sofía y Tomás se volvieron más cautelosos cuando conocían a personas desconocidas.

Aprendieron a confiar en sus instintos y nunca dejaron que el miedo los paralizara.

Esta experiencia les enseñó lecciones valiosas sobre la importancia de la prudencia, la confianza en uno mismo y la importancia de no juzgar a alguien solo por su apariencia. Y así, los hermanos continuaron creciendo con valentía y determinación para enfrentar cualquier desafío que se les presentara en su vida.

Y colorín colorado, esta historia ha terminado pero las enseñanzas siempre seguirán acompañando a Sofía y Tomás en cada paso que den.

Dirección del Cuentito copiada!