El Bosque de la Valiente Unión


Había una vez en un pequeño pueblo en las afueras de la ciudad, dos hermanos llamados Juli y Mateo. Juli era una niña valiente y aventurera, a quien le encantaba explorar el bosque junto a su hermano Mateo.

Juntos descubrían tesoros escondidos, trepaban árboles altísimos y se divertían como nadie más lo hacía. Un día soleado de primavera, los dos hermanos salieron al bosque con sus mochilas llenas de provisiones para pasar todo el día explorando.

Se adentraron en el espeso bosque riendo y cantando, pero de repente, mientras estaban jugando a las escondidas, Mateo desapareció misteriosamente. "¡Mateo! ¿Dónde estás?" -gritó Juli mientras buscaba entre los árboles y arbustos sin encontrar rastro alguno de su hermano.

Pasaron horas buscándolo por todas partes, pero no lograban dar con él. Juli estaba preocupada y asustada, no sabía qué hacer sin su compañero de aventuras.

Decidió entonces regresar al pueblo para pedir ayuda a sus padres y a los vecinos. Al llegar al pueblo, les contó lo que había ocurrido con su hermano Mateo.

Todos se organizaron rápidamente para salir en su búsqueda: algunos fueron al bosque, otros recorrieron las calles del pueblo preguntando si alguien lo había visto. Pero nada daba resultado, Mateo seguía desaparecido. Juli estaba desconsolada, sentía un gran vacío en su corazón sin la presencia de su amado hermano.

Sin embargo, decidió no rendirse y seguir buscándolo hasta encontrarlo sano y salvo. Con valentía y determinación, Juli volvió al bosque por última vez antes de que cayera la noche. Siguió un sendero desconocido que la llevó a una cueva oculta entre la maleza.

Con temor pero también con esperanza, entró en la cueva iluminando con una linterna que llevaba consigo. Y allí encontró a Mateo sentado en el suelo con cara triste mirando hacia el suelo.

"¡Mateo! ¡Eres tú!" -exclamó Juli emocionada mientras corría hacia él para abrazarlo fuertemente. Mateo le explicó que se había perdido cuando jugaban a las escondidas y no lograba encontrar el camino de regreso al pueblo. "No te preocupes más Juli", dijo Mateo sonriendole,"estoy bien gracias a ti".

Juntos salieron de la cueva justo cuando caía la noche; los vecinos del pueblo habían seguido las luces que habían dejado encendidas los hermanitos hasta dar con ellos. "Gracias por ayudarnos", dijo Juli muy feliz,"juntos somos invencibles".

Desde ese día, los dos hermanos siguieron teniendo grandes aventuras juntos; aprendieron que nunca debían perderse uno del otro porque juntos podían superar cualquier obstáculo que se les presentara en el camino.

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