El bosque de las alas mágicas


Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Alas Felices, dos hermanas muy especiales llamadas June y Jare. Estas hermanitas eran únicas en su especie, ya que tenían unas preciosas alas que les permitían volar por los cielos.

June era la mayor de las dos y siempre estaba llena de ideas emocionantes. Siempre soñaba con explorar nuevos lugares y descubrir cosas nuevas. Por otro lado, Jare era más tranquila y disfrutaba de la calma del hogar.

Aunque fueran diferentes, se querían mucho y compartían una gran conexión. Un día soleado, mientras jugaban en el jardín trasero de su casa, vieron algo brillante caer del cielo. Era una estrella fugaz que había perdido su brillo.

Sin pensarlo dos veces, June y Jare decidieron ayudarla a recuperarlo. Con sus alas desplegadas, las hermanas alzaron vuelo hacia el lugar donde cayó la estrella fugaz.

Al llegar al bosque encantado, se encontraron con un duende triste llamado Damián. "¡Hola! ¿Qué te pasa?", preguntó curiosa June. "Mi varita mágica está rota y no puedo arreglarla", respondió Damián con voz entrecortada.

June y Jare sabían que si ayudaban a Damián podrían obtener el brillo necesario para devolverle la luz a la estrella fugaz. Así que sin dudarlo un segundo ofrecieron su ayuda al duende triste. Las hermanitas buscaron entre los árboles caídos ramitas perfectas para reparar la varita mágica de Damián.

Trabajaron juntas, compartiendo ideas y risas, hasta que finalmente lograron arreglarla. Al ver la varita mágica reparada y brillante, Damián no pudo contener su alegría. Agitó la varita con fuerza y un destello lleno de chispas doradas salió disparado hacia el cielo.

El destello impactó en la estrella fugaz que había perdido su brillo, devolviéndole su luz resplandeciente. La estrella agradecida se acercó a June y Jare para expresarles su gratitud.

"Gracias por ayudarme a encontrar mi brillo nuevamente", dijo la estrella con voz dulce. "De nada", respondieron las hermanitas al unísono. La estrella les dio un regalo especial como muestra de agradecimiento: una pequeña semilla mágica capaz de hacer crecer cualquier cosa que desearan.

Llenas de emoción, June y Jare volvieron a casa con sus alas extendidas. Plantaron la semilla en el jardín trasero y esperaron ansiosas para ver qué crecería. Días después, una hermosa planta floreció frente a ellas. Era un árbol lleno de frutas deliciosas y jugosas.

Las hermanitas compartieron las frutas con todos los habitantes del pueblo, quienes quedaron maravillados por el sabor único y especial que tenían. A partir de ese día, June y Jare se convirtieron en guardianas del bosque encantado.

Cuidaban de las criaturas mágicas que vivían allí y siempre estaban dispuestas a ayudar a quienes lo necesitaran. Las hermanitas aprendieron que, aunque fueran diferentes, su unión y amor podían hacer cosas maravillosas.

Juntas, descubrieron la importancia de la amistad, el trabajo en equipo y el valor de ayudar a los demás. Y así, June y Jare vivieron felices volando por el cielo y compartiendo su magia con todos aquellos que encontraban en su camino.

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