El Bosque de las Lecciones Prohibidas



Había una vez en un pequeño pueblo de Colombia, un niño travieso llamado Mateo. A pesar de tener un corazón bondadoso, siempre se metía en problemas por desobedecer a sus padres y maestros.

Un día, Mateo decidió escaparse de su casa para explorar el bosque prohibido que rodeaba el pueblo. A pesar de las advertencias de sus padres, se adentró en lo más profundo del bosque sin pensar en las consecuencias.

- ¡Mateo, vuelve ya a casa! - gritaba su madre preocupada desde la puerta. Pero Mateo estaba decidido a seguir adelante. Mientras caminaba entre los árboles, escuchó un ruido extraño que lo hizo detenerse.

Intrigado, siguió el sonido hasta llegar a un claro donde encontró a un anciano sabio sentado junto a un árbol milenario. - Hola, joven aventurero. Veo que has decidido explorar este bosque prohibido - dijo el anciano con voz serena. - Sí, señor.

Estoy buscando emociones nuevas y emocionantes - respondió Mateo con valentía. El anciano sonrió y le advirtió sobre los peligros del bosque y la importancia de obedecer las reglas para mantenerse seguro. Pero Mateo, terco como era, decidió ignorar sus consejos y continuar su travesía.

Mientras tanto, en el pueblo, la noticia de la desaparición de Mateo se extendió rápidamente y todos salieron en su búsqueda. Sus padres estaban angustiados y temían lo peor.

De repente, Mateo se encontró atrapado en medio de un pantano fangoso sin poder salir. Asustado y arrepentido por no haber escuchado los consejos del anciano sabio, comenzó a gritar pidiendo ayuda. Por suerte, los lugareños escucharon sus gritos y corrieron al rescate.

Entre todos lograron sacarlo del pantano sano y salvo. Exhausto y avergonzado por su imprudencia, Mateo prometió aprender la lección y nunca más volver a desobedecer.

De regreso al pueblo, fue recibido con abrazos por parte de sus padres y vecinos que habían temido lo peor. El anciano sabio se acercó a él una vez más para recordarle la importancia de ser obediente y respetuoso con las reglas establecidas para protegerse a sí mismo y a quienes lo rodeaban.

Desde ese día en adelante, Mateo se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo al demostrar que es mejor seguir las normas y escuchar los consejos de quienes nos quieren bien.

Y aunque seguía siendo tan travieso como siempre, aprendió que la verdadera valentía radica en saber cuándo es necesario detenerse y reflexionar antes de actuar impulsivamente.

FIN.

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