El Bosque de las Moras Venenosas
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Morita, un niño llamado Pedro que era muy curioso y aventurero. Un día, Pedro decidió explorar el bosque encantado que se encontraba al otro lado del río.
Armado con su mochila llena de provisiones y mucha determinación, se adentró en el frondoso bosque. Mientras caminaba entre los árboles y escuchaba el canto de los pájaros, Pedro vio unas moras silvestres brillando bajo el sol.
Con hambre en el estómago, no pudo resistirse y decidió probar una mora jugosa y apetitosa. Sin embargo, lo que Pedro no sabía era que esas moras estaban envenenadas por la malvada bruja del bosque.
Al poco tiempo de haberse comido la mora, Pedro empezó a sentirse extraño. Su corazón latía más rápido y su cuerpo se debilitaba. Asustado, se sentó en una piedra y trató de recordar qué hacer en caso de emergencia.
De repente, apareció frente a él un hada bondadosa con alas brillantes y una sonrisa cálida en el rostro. "-Hola, querido Pedro. Veo que has caído bajo el hechizo de la malvada bruja del bosque", dijo el hada con voz melodiosa.
Pedro asintió con tristeza, temiendo lo peor. "-No te preocupes, querido amigo. Tengo un antídoto para contrarrestar el veneno de las moras", anunció el hada mientras sacaba una poción mágica de su bolsillo.
Sin perder tiempo, le dio a beber la poción a Pedro quien sintió cómo su cuerpo recuperaba fuerzas poco a poco. El hada le explicó que la clave para vencer cualquier obstáculo está en pedir ayuda y confiar en los demás.
Agradecido por la ayuda del hada, Pedro decidió regresar al pueblo para advertir a todos sobre las peligrosas moras del bosque encantado. Con valentía y determinación cruzó el río nuevamente llevando consigo un mensaje importante: "Nunca subestimes los peligros ocultos detrás de lo aparentemente inofensivo".
Desde ese día, Pedro se convirtió en un héroe local y aprendió que incluso las situaciones más difíciles pueden superarse con coraje y la ayuda de los demás.
Y colorín colorado este cuento ha terminado pero recuerda ¡nunca comas moras desconocidas!
FIN.