El Bosque de las Normas
En un frondoso bosque llamado Guaymará, vivían muchos animales. Todos ellos tenían sus propias reglas, pero había una en particular que jamás cumplían: el respeto entre ellos. Un día, un pequeño sapo llamado Tito decidió que esto tenía que cambiar. Tito era muy curioso y siempre observaba cómo los demás animales se peleaban por las semillas y los mejores lugares del agua, así que un día decidió hablar con sus amigos.
-Tito: "¡Hola, amigos! ¿Por qué no podemos compartir? Siempre están peleando por las semillas y el agua."
-Laura la liebre: "Pero Tito, algunas cosas son muy limitadas y hay que luchar por ellas."
-Diego el zorro: "¿Compartir? ¿Para qué? Yo soy más rápido que todos ustedes. Si me esfuerzo, todo es mío!"
Pero Tito no se dio por vencido y buscó la ayuda de su abuelo, un viejo búho sabio que conocía muchas historias sobre el bosque. Cuando encontró al abuelo, le contó su preocupación.
-Tito: "Abuelo, en el bosque siempre hay peleas. Los animales no se respetan entre sí. ¿Qué puedo hacer?"
-Abuelo Búho: "Tito, hay que enseñarles sobre el respeto. Pero yo no puedo hacerlo solo, necesitaré tu ayuda. ¿Qué te parece si organizamos un gran encuentro?"
Tito pensó que era una gran idea. Al siguiente día, Tito reunió a todos los animales y junto a su abuelo les propusieron un juego.
-Tito: "¡Escuchen, amigos! Vamos a jugar un gran partido de mini-fútbol. Pero hay una regla: en este juego, el respeto es lo más importante. No podrá haber peleas ni gritos, o perderemos."
Los animales se miraron unos a otros, un poco desconcertados, pero la curiosidad pudo más. Así que formaron los equipos: las liebres contra los zorros. Cuando el partido comenzó, los jugadores se esforzaron al máximo, pero rápidamente las viejas costumbres salieron a la luz. El zorro Diego empujó a Laura de manera desmedida mientras corría por la pelota.
-Laura: "¡Eso no se hace! ¡Foul! ¡Respetá!"
Pero Diego no le hizo caso y siguió jugando. El abuelo Búho observaba, y en ese momento decidió intervenir.
-Abuelo Búho: "¡Alto! Diego, debes recordar que el respeto es la regla más importante. Si no lo practicas, este juego no tendrá sentido."
Los animales se detuvieron, y Diego sintió el peso de sus acciones.
-Diego: "Lo siento, no quería hacerle daño a nadie. Quería ganar y me dejé llevar."
-Tito: "¡Está bien, Diego! Podemos seguir jugando si aprendes a respetar. Todos somos parte del mismo equipo, aunque estemos en diferentes lados del campo."
Diego asintió y se acercó a Laura para disculparse.
-Diego: "Perdón, Laura. No supe jugar con respeto. Quiero que juguemos con alegría."
Laura sonrió y le dio la mano.
-Laura: "Está bien, Diego. Todos estamos aprendiendo. Juguemos juntos."
El partido continuó, y ahora los animales se ayudaban entre sí, celebrando cada buen pase y cada gol. Cuando el partido terminó, todos estaban exhaustos pero felices. Tito miró a su alrededor y vio cómo las risas sustituían a las peleas.
-Tito: "¿Ven? ¡El respeto hizo que el juego fuera más divertido!"
Abuelo Búho sonrió satisfecho.
-Abuelo Búho: "Recuerden esto, amigos. Respetarse entre ustedes no solo es importante en el juego, sino también en la vida diaria. Cada uno tiene su propio valor."
Los animales se despidieron, felices y emocionados por haber aprendido una lección importante. Desde ese día, el bosque de Guaymará no sólo fue conocido por su belleza natural, sino también por ser un lugar donde todos, grandes y chicos, se respetaban mutuamente, compartían y disfrutaban de la vida en armonía.
FIN.