El Bosque de las Palabras



En un bosque encantado, rodeado de árboles gigantes y flores de colores brillantes, vivían muchos animales. Cada uno era especial, pero también tenían sus propias maneras de comunicarse.

Un día, la ardilla Lila estaba organizando una reunión para hablar sobre los desafíos que enfrentaban. Ella era muy rápida, pero los demás la escuchaban un poco confundidos.

"¡Hola, amigos! Quiero que hablemos de cómo hablar y entendernos mejor", dijo Lila, moviendo su cola de un lado a otro.

La tortuga Tito, muy sabio, alzó la voz.

"¡Eso suena genial, Lila! A veces me cuesta expresarme porque mis palabras se mezclan. No sé si puedo encontrar las correctas."

Lila sonrió.

"No te preocupes, Tito. Todos enfrentamos algo diferente. ¿Te gustaría que comenzáramos con el trastorno de lenguaje?"

El pequeño conejo, Roco, saltó emocionado.

"¡Sí! Todos podríamos aprender más sobre eso."

Lila continuó,

"El trastorno de lenguaje pasa cuando a veces no podemos encontrar las palabras adecuadas o expresarlas. Tal vez a vos, Tito, te pase porque hablas más despacio y reflexionas mucho antes de contestar, pero eso está bien. ¡Eres un gran pensador!"

"¡Gracias, Lila! A veces mis amigos creen que me duermo mientras pienso", rió Tito.

Luego, la oruga Cami, que se movía con mucha gracia, dijo:

"Yo tengo un amigo, el pajarito Lolo, que no puede producir ciertos sonidos. Siempre intenta cantar, pero a veces se escucha un... ¡tweet rarito!"

"Puede que tenga un trastorno de sonido o habla fonológica", explicó Lila.

"Eso significa que le cuesta pronunciar ciertas letras o sonidos. Pero lo importante es que sigue intentándolo. "¿Lolo se siente triste por eso?"

Cami se encogió de hombros.

"No lo sé. Pero siempre le digo que su canto es maravilloso, incluso aunque no suene como los demás."

"¡Qué buena amiga sos, Cami!" exclamó Roco.

"Siempre hay que alentar a nuestros amigos a que se expresen."

Los animales siguieron charlando sobre la comunicación social. El búho Gonzalo, sabio y observador, comentó:

"Yo veo que algunos de ustedes a veces tienen dificultades para entender las emociones y señales de los demás. Eso también es una forma de comunicación social. A veces, no captamos lo que nuestros amigos están sintiendo, y por eso puede haber confusión."

"A mí me pasa eso con la ardilla Chispa", agregó Roco.

"A veces, ella parece entusiasmada, y yo no entiendo si quiere jugar o descansar."

La rana Teo, que estaba tranquila en su hoja de agua, expresó:

"Entender los gestos y los sentimientos de los demás es importante. Debemos aprender a observar y preguntar si estamos confundidos. Sería bueno que lo hablemos más entre nosotros."

Todos asintieron y Lila dijo:

"Es lo que se llaman habilidades sociales. ¡Podríamos hacer un juego donde tengamos que entender nuestras emociones y comunicarnos de maneras distintas!"

Los amigos comenzaron a jugar y a intentar diferentes formas de comunicarse, ya sea a través de sonidos, gestos o dibujos. Cada vez que uno de ellos se sentía frustrado, los demás estaban allí para ayudar y alentar.

Pero entonces, Lila notó que la niebla empezaba a cubrir el bosque y se escucharon ruidos extraños.

"¿Qué está pasando?"

Los árboles comenzaron a moverse y una gran sombra apareció. Era un oso gigante, llamado Bruto, que parecía muy confundido.

"¿Alguien puede ayudarme? He perdido mi voz y no sé cómo volver a encontrarla."

Los animales se miraron, pero Lila fue la primera en acercarse.

"¡No te preocupes, Bruto! Tal vez no recuerdes cómo hablar, pero juntos podemos ayudarte a encontrarla. ¿Tienes alguna idea de qué palabras quieres decir?"

Bruto miró a su alrededor triste y dijo,

"Quiero decirles que no quiero asustar a nadie, solo quiero amigos. Pero no puedo encontrar las palabras que necesito."

Lila asintió.

"Puede que tengas un trastorno de fluidez, donde a veces las palabras no fluyen como quisieras, pero con práctica aquí estamos para apoyarte. ¡Hagamos esto juntos! Empecemos por sonidos y gestos. ¿Te gustaría que jugáramos a eso?"

Bruto sonrió y asintió.

"Sí, eso suena divertido. ¡Estoy listo!"

Y así, los animales del bosque se unieron y crearon un lenguaje lleno de sonidos, gestos y amistad. Cada uno aprendió que, aunque todos tuvieran diferentes dificultades, juntos podían superar cualquier desafío. Cuando el sol comenzó a brillar, todos se sintieron más felices y seguros de sí mismos.

Desde aquel día, el Bosque de las Palabras se convirtió en un lugar donde todos entendían que la comunicación era un arte que podía ser compartido, y que lo más importante era el amor y el apoyo que se daban entre ellos.

Y así, el bosque siguió floreciendo con amigos que aprendían y jugaban, siempre listos para superar cualquier desafío de la manera más hermosa: con palabras, gestos y, sobre todo, ¡con mucho cariño!

FIN.

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