El bosque de las palabras sabias



Había una vez en un bosque encantado, un simpático conejito llamado Lolo que tenía la peculiaridad de hablar muchísimo. Desde que salía el sol hasta que se ponía, no paraba de charlar con todos los animales del lugar.

Un día, mientras paseaba por el bosque, se encontró con una familia de ardillas muy ocupadas recolectando nueces para el invierno. - ¡Hola! ¿Qué están haciendo? - preguntó Lolo emocionado.

- Estamos guardando comida para pasar el invierno, es muy importante estar preparados - le contestó mamá Ardilla sonriendo. Lolo decidió quedarse a ayudar a las ardillas con su tarea y, por supuesto, no dejaba de hablar ni un segundo.

- ¡Vamos por más nueces! ¡Este árbol tiene muchas! - exclamaba Lolo mientras saltaba de rama en rama. Pero su parloteo distrajo tanto a las ardillas que terminaron tropezando y derramando todas las nueces que habían recolectado.

- Ay, Lolo, necesitamos concentrarnos para poder completar nuestra tarea - dijo papá Ardilla con paciencia. Lolo se sintió mal por haber causado problemas y decidió disculparse. - Lo siento mucho, no me di cuenta de cómo los estaba distrayendo.

Prometo ser más cuidadoso a partir de ahora - les dijo sinceramente. Las ardillas aceptaron las disculpas de Lolo y juntos lograron recolectar suficientes nueces para pasar el invierno. A cambio de su ayuda, lo invitaron a quedarse en su hogar durante la temporada fría.

Los días pasaban y Lolo aprendió muchas cosas nuevas junto a sus amigos ardillas. Aprendió a escuchar más y hablar menos, entendiendo que aveces es importante dar espacio a los demás para cumplir sus tareas sin distracciones.

Una mañana fresca de otoño, cuando el viento soplaba entre los árboles desnudos del bosque, mamá Ardilla le dio las gracias a Lolo por haber aprendido a controlar su impulso de hablar todo el tiempo. - Gracias a ti hemos podido prepararnos mejor para el invierno.

Eres un gran amigo, Lolo - le dijo con cariño. Lolo sintió alegría en su corazón al saber que había logrado mejorar una parte importante de sí mismo gracias al apoyo y amistad de las ardillas.

Desde ese día entendió la importancia del equilibrio entre hablar y escuchar en toda relación humana o animal.

Y así fue como nuestro querido conejito Lolo creció rodeado del amor y la sabiduría del bosque encantado donde vivía feliz junto a sus amigos animals. Y aunque seguía siendo un parlanchín empedernido, aprendió a usar sus palabras con sabiduría y empatía hacia los demás.

FIN.

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