El Bosque de las Preguntas Sabias
En un hermoso bosque lleno de árboles altísimos y flores de mil colores, vivía una manada de animales que siempre estaba llena de curiosidad. Cada día, los animales se reunían en un claro para hablar y hacerse preguntas. Un día, el sabio búho, llamado Sócrates, se unió a ellos. Su fama de responder preguntas difíciles había llegado hasta allí. La emoción invadió al bosque.
"¡Hola, amigos!", dijo Sócrates. "¿Qué preguntas tienen para mí?"
Los animales comenzaron a hablar al mismo tiempo. La ardilla, muy llena de energía, fue la primera.
"¿Por qué algunos árboles pierden sus hojas en invierno mientras que otros no?"
Sócrates sonrió y respondió:
"Es parte de un ciclo natural. Algunos árboles se preparan para el frío, mientras que otros se adaptan a la lluvia. Cada uno tiene su forma de sobrevivir."
"¡Qué interesante!" exclamó la ardilla.
Luego, la tortuga, que siempre había sido muy observadora, preguntó:
"¿Por qué los humanos cortan los árboles, Sócrates?"
El búho tomó una pausa antes de responder:
"A veces, lo hacen sin pensar, olvidando que los árboles son el hogar de muchos de nosotros. Pero hay quienes plantan árboles y cuidan de ellos. Todo depende de las decisiones que tomamos."
Mientras el grupo charlaba, un pequeño ratón se acercó, un poco tímido.
"Sócrates, ¿es cierto que los sueños pueden enseñarnos algo?"
"Claro, pequeño amigo", respondió el búho. "Los sueños a veces son una forma de entender lo que sentimos y pensamos, así que no los ignores. Escúchalos."
Los animales estaban ansiosos por aprender más, pero de repente, un conejo nervioso se acercó y dijo:
"¡Socrates! Hay un problema en el bosque. El arroyo se está secando y no sabemos por qué. ¿Qué podemos hacer?"
Sócrates frunció el ceño, pensando en la gravedad del asunto.
"Primero, hablemos con un castor. Ellos son expertos en construir represas y pueden ayudar y contribuir a la situación."
Los animales se pusieron en marcha y encontraron al castor trabajando en su presa.
"¡Hola, castor!", empezó la ardilla. "El arroyo se está secando y necesitamos tu ayuda."
El castor, al escuchar el problema, se detuvo y dijo:
"Ah, eso podría ser por el aumento de la basura en el agua y la falta de vegetación a sus alrededores. Vamos a trabajar juntos para arreglarlo. ¡Siempre hay una solución si unimos fuerzas!"
La manada se organizó rápidamente. Cada uno aportó lo que podía: la tortuga trajo ramas y hojas, la ardilla juntó piedras, y el castor empezó a construir una represa para regular el agua.
Con el esfuerzo conjunto, el agua comenzó a fluir de nuevo, y el arroyo recuperó su vida. Todos los animales celebraron su éxito.
"Vieron, amigos, juntos somos más fuertes y podemos resolver los problemas siempre que trabajemos en equipo", dijo Sócrates con una sonrisa.
"Sí, así es!", gritaron los animales al unísono.
Desde ese día en adelante, el bosque nunca dejó de compartir preguntas, respuestas y un fuerte lazo de amistad. Cada vez que un nuevo problema surgía, se acordaban de una importante lección: no hay pregunta sin respuesta, y juntos, siempre se pueden encontrar soluciones.
Así, el bosque siguió siendo un lugar mágico donde la curiosidad y la sabiduría florecían, y donde todos aprendían algo nuevo cada día.
FIN.