El bosque de las travesuras
Había una vez en el corazón del bosque un lugar mágico y especial llamado El Bosque de las Travesuras. En este bosque, todos los animales eran pequeños, juguetones y curiosos, como si fueran eternos niños.
Había ardillas traviesas que se pasaban el día correteando de un lado para otro, pajaritos que jugaban a las escondidas en los árboles, conejos curiosos que siempre estaban explorando nuevos rincones, y muchos otros simpáticos animalitos.
Un día, el tímido conejito Coco descubrió algo maravilloso mientras exploraba un rincón secreto del bosque: un antiguo libro mágico que le concedía a los animales el deseo de convertirse en lo que más anhelaban ser. Coco, emocionado, decidió compartir su hallazgo con sus amigos.
-“¡Chicos, encontré un libro mágico que puede hacer realidad nuestros sueños y deseos más locos! ”, exclamó Coco. -“¡No lo puedo creer, qué emocionante! ”, dijo la ardilla Risueña, con chispa en sus ojitos. Los animales decidieron probar el poder del libro mágico.
Risueña deseó convertirse en una ágil acróbata, y al instante se transformó en una ardilla voladora capaz de dar piruetas en el aire. El pajarito Trinador deseó tener la voz más hermosa, y en un parpadeo empezó a cantar con melodía angelical.
Los animales se divertían, descubriendo sus nuevas habilidades, pero pronto las cosas se salieron de control. Al ver tantas travesuras y cambios, el bosque comenzó a desordenarse y otros animales del bosque empezaron a preocuparse.
Con la ayuda de Coco, los animales comprendieron que la verdadera magia estaba en aceptarse y quererse tal como eran, y que no necesitaban cambiar para ser especiales.
Juntos, los animalitos limpiaron el desorden que habían causado y devolvieron el libro mágico al rincón secreto para que nadie más se viera tentado a cambiar.
Desde ese día, en el Bosque de las Travesuras reinó la alegría, la amistad y el respeto, y los animalitos aprendieron que cada uno era único y especial a su manera, sin necesidad de transformaciones mágicas. Y así, continuaron viviendo felices y jugando como eternos niños, siendo ellos mismos la mayor de las maravillas en aquel bosque encantado.
FIN.