El Bosque de las Voces


Había una vez una niña llamada Sofi, con su cabello rizado y brillante como el sol. Sofi era muy inteligente y creativa, pero le costaba mucho trabajo expresarse con sus amiguitos del preescolar.

Siempre se sentía tímida y tenía miedo de que se burlaran de ella por no poder hablar tan fluidamente como los demás. Un día, mientras todos los niños jugaban en el patio del colegio, Sofi decidió alejarse un poco y sentarse bajo un árbol.

Estaba triste y pensativa cuando escuchó risas a lo lejos. Se giró para ver qué estaba pasando y vio a un niño llamado Diego explorando la naturaleza.

Diego era audaz y valiente, siempre emocionado por descubrir cosas nuevas en el mundo que lo rodeaba. Tenía una mochila llena de herramientas para explorar: una lupa, binoculares e incluso un pequeño libro sobre animales. Sofi sintió curiosidad por ese niño aventurero y decidió acercarse a él.

Con su típida voz le preguntó: "¿Puedo jugar contigo?". Diego sonrió amablemente y respondió: "¡Claro! Me encantaría tener una compañera de aventuras". Desde ese momento, Sofi comenzó a pasar más tiempo con Diego.

Juntos exploraron el bosque cercano al colegio, observaron pájaros exóticos con los binoculares y encontraron huellas de animales en el barro. A medida que pasaban más tiempo juntos, Sofi comenzó a sentirse más cómoda hablando con Diego.

Aprendió palabras nuevas sobre la naturaleza y se dio cuenta de que podía comunicarse no solo con palabras, sino también con gestos y sonidos. Un día, mientras caminaban por el bosque, Sofi vio un árbol gigante con ramas tan altas que parecían tocar el cielo.

Se emocionó tanto que intentó decirle algo a Diego, pero las palabras no salieron de su boca. Sin embargo, en ese momento recordó una canción sobre los árboles que había aprendido en casa.

Sofi comenzó a cantar la canción con su dulce voz y movimientos graciosos. Diego quedó asombrado al ver cómo Sofi se expresaba de una manera diferente pero igualmente hermosa. Desde ese día, Sofi y Diego continuaron explorando juntos la naturaleza.

Aprendieron sobre plantas, animales y el cuidado del medio ambiente. Pero lo más importante es que Sofi encontró su propia forma única de comunicarse e hizo amigos increíbles en el proceso.

Con el tiempo, los demás niños del preescolar también se dieron cuenta de lo especial que era Sofi. Dejaron de burlarse de ella y comenzaron a admirarla por su valentía y creatividad. La historia de Sofi nos enseña que todos somos diferentes y tenemos nuestras propias formas especiales de comunicarnos.

No importa si hablamos mucho o poco, lo importante es encontrar maneras únicas para expresarnos y ser nosotros mismos. Y así fue como la tímida niña llamada Sofi encontró su voz en medio del bosque junto a su amigo aventurero Diego.

Juntos demostraron al mundo que cada uno tiene algo valioso para compartir, sin importar cómo se exprese.

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