El Bosque de los Amigos
Era un hermoso día en el Bosque de los Amigos, un lugar donde todos los animales se querían y ayudaban entre sí. En este bosque vivía una pequeña conejita llamada Lila. Lila era curiosa y siempre estaba lista para hacer nuevos amigos.
Un día, mientras saltaba alegremente, Lila escuchó un llanto suave. Se acercó y vio a un pequeño erizo llamado Hugo, que estaba sentado bajo un arbusto.
"¿Por qué lloras, Hugo?" - preguntó Lila.
"Tengo miedo de jugar con los demás, no sé cómo hacer nuevos amigos..." - sollozó Hugo.
"No te preocupes, yo te puedo ayudar a hacer amigos. Jugar es muy divertido" - le dijo Lila con una gran sonrisa.
Hugo miró a Lila con esperanza y decidió seguirla. Juntas fueron encontrando a otros animales. Primeramente se encontraron con el pato Pedro, que estaba nadando en un pequeño estanque.
"¡Hola, Pedro!" - saludó Lila. "¿Quieres jugar con nosotros?"
"Claro, pero no tengo muchos amigos..." - respondió Pedro.
"No te preocupes, ¡vamos a divertirnos juntos!" - dijo Lila.
Así que los tres comenzaron a jugar a la orilla del estanque. Saltaban, nadaban y se reían. Pero de repente, vieron a una tortuga llamada Tita, que se movía lentamente y los miraba con tristeza.
"¿Por qué no juegas con nosotros, Tita?" - preguntó Lila.
"Es que yo soy muy lenta y no puedo seguirles el ritmo..." - respondió Tita.
"¡Eso no es un problema! Podemos jugar a un juego donde todos participemos" - dijo Lila.
"Sí, ¡hagamos un juego de esconderse! Tú te escondes, y nosotros te buscamos. ¡Así puedes jugar también!" - sugirió Pedro.
Y así, los cuatro amigos empezaron a jugar a esconderse. Al principio, Lila y Hugo contaron mientras Pedro y Tita se escondían. Luego, se turnaron y todos pasaron un rato increíble, riendo y disfrutando.
Más tarde, se encontraron con un cernícalo llamado Rayo que estaba atrapado en una rama.
"¡Ayuda! Estoy atascado, no puedo salir de aquí!" - gritó Rayo con voz angustiada.
"No te preocupes, ¡vamos a ayudarte!" - dijo Lila.
"¿Cómo lo hacemos?" - preguntó Hugo, temiendo que no pudieran.
"Es sencillo. Todos juntos podemos levantar la rama" - explicó Lila.
Los cuatro amigos se acercaron y, con mucho esfuerzo y trabajo en equipo, lograron levantar la rama y liberar a Rayo.
"¡Gracias, amigos! Nunca pensé que me ayudarían. ¡Son los mejores!" - dijo Rayo emocionado.
El cernícalo, agradecido, decidió unirse a ellos. Ahora, Lila, Hugo, Pedro, Tita y Rayo eran un grupo diverso de amigos que se apoyaban unos a otros.
Se dieron cuenta de que, a pesar de sus diferencias, podían jugar y disfrutar juntos, haciendo que cada uno se sintiera importante y querido.
Esa noche, bajo un hermoso cielo estrellado, los amigos decidieron hacer una fogata y compartir historias.
"Hoy aprendí que todos somos diferentes, pero eso es lo que nos hace especiales" - dijo Tita.
"Sí, y juntos somos más fuertes" - agregó Rayo.
"Y hacer amigos es lo más divertido del mundo" - dijo Lila, mientras todos asentían con la cabeza.
Desde aquel día, los animales del Bosque de los Amigos no solo jugaron juntos, sino que también aprendieron a valorar sus diferencias y la importancia de la amistad. Siempre se ayudaban y se apoyaban, convirtiéndose en una gran familia.
Y así, cada día en el bosque estaba lleno de risas, juegos y aventuras, donde la amistad siempre fue la estrella.
FIN.