El bosque de los amigos
Había una vez una niña llamada Mary, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de un hermoso bosque.
A Mary le encantaba explorar y jugar al aire libre, pero siempre tenía mucho cuidado de no adentrarse demasiado en el oscuro bosque. Un día, Mary decidió aventurarse más allá de lo que solía hacerlo. Sin darse cuenta, se fue adentrando cada vez más profundo en el espeso bosque.
Mientras caminaba, escuchó extraños sonidos provenientes de los árboles y arbustos a su alrededor. De repente, Mary se dio cuenta de que estaba completamente perdida. No sabía qué dirección tomar para encontrar su camino de regreso a casa.
El corazón de la niña comenzó a latir rápidamente mientras las lágrimas llenaban sus ojos. Justo cuando estaba a punto de rendirse y dejar escapar un grito desesperado, apareció un conejito blanco saltando frente a ella. El conejito parecía saber que Mary estaba perdida y decidió ayudarla.
"¡Hola! ¿Estás perdida?" -preguntó el conejito preocupado. Mary asintió con la cabeza y respondió: "Sí, me he perdido en este oscuro bosque". El conejito sonrió amablemente y dijo: "No te preocupes, sé cómo encontraremos tu camino a casa".
Luego le explicó a Mary que había otros animales inteligentes en el bosque que podrían ayudarlos. Juntos, comenzaron su búsqueda para encontrar ayuda. Caminaron hasta llegar al río cercano donde se encontraron con Pablo el Pato nadando felizmente.
"¡Hola, Pablo! ¡Mary está perdida y necesita nuestra ayuda!" -exclamó el conejito. Pablo salió del agua y se acercó a Mary. Con su dulce voz de pato, le dijo: "No te preocupes, Mary. Te guiaré hacia la salida del bosque".
Así que los tres amigos siguieron caminando hasta que encontraron un árbol gigante donde vivía Lucas el Búho. "¡Lucas! ¡Necesitamos tu sabiduría para encontrar el camino a casa de Mary!" -gritó emocionado el conejito.
Lucas abrió sus grandes ojos y miró a Mary con ternura. "No te preocupes, pequeña. Yo iluminaré tu camino con mi conocimiento". Juntos, los cuatro emprendieron una aventura por el bosque oscuro.
El conejito guiaba a Mary mientras Pablo y Lucas compartían palabras de sabiduría y consejos valiosos. Después de muchas horas caminando juntos, finalmente llegaron al borde del bosque. La luz del sol brillaba cálidamente sobre ellos mientras se despedían con tristeza.
"Gracias a todos por ayudarme a encontrar mi camino a casa", dijo Mary con gratitud en su voz. El conejito sonrió y respondió: "Recuerda siempre que cuando estés perdida, no tengas miedo de pedir ayuda. Los amigos están ahí para apoyarte".
Mary asintió con la cabeza y se despidió de sus nuevos amigos antes de regresar corriendo a su hogar. Desde ese día en adelante, Mary nunca más se adentró tan lejos en el oscuro bosque sin compañía.
Aprendió la importancia de pedir ayuda cuando se encontraba en problemas y valoró aún más la amistad. Y así, Mary vivió muchas otras aventuras, pero siempre recordó a sus amigos animales que le enseñaron una valiosa lección de vida: nunca estás solo cuando tienes amigos dispuestos a ayudarte.
FIN.