El Bosque de los Amigos Diferentes



En un frondoso bosque, donde los árboles eran altos y las flores de todos los colores brillaban bajo el sol, vivía un grupo de animales que siempre jugaban juntos. Había un conejo llamado Ramón, una ardilla llamada Sofía, y un ciervo llamado Leo. Todos eran mejores amigos, y juntos exploraban cada rincón del bosque.

Un día, mientras jugaban, escucharon un extraño sonido que provenía de un arbusto. Con curiosidad, se acercaron y encontraron un pequeño dragón de colores brillantes que parecía triste.

"¿Quién sos?" - preguntó Ramón, dando un paso atrás por si el dragón hacía algo inesperado.

"Soy Drako, un dragón que ha perdido su camino. No encuentro a mi familia" - dijo el dragón con un susurro.

"¡Un dragón! ¡Pero eso no es normal!" - exclamó Sofía, asustada. "No podemos confiar en él. Puede ser peligroso."

"Pero se ve muy triste" - respondió Leo, con la cabeza baja. "Tal vez deberíamos ayudarlo."

Los amigos comenzaron a discutir, y el tono se tornó tenso.

"No podemos tener a un dragón dentro de nuestro grupo. Es diferente, y nos hará daño" - insistió Sofía.

"Pero nadie le ha hecho nada a ustedes. Es solo diferente" - dijo Leo, defendiendo a Drako.

La discusión siguió y, finalmente, Sofía y Ramón decidieron alejarse de Drako, dejando a Leo solo con el dragón.

"No te preocupes, yo estaré contigo" - dijo Leo a Drako, quien se sentía aún más triste al ver que no lo aceptaban.

Mientras tanto, Ramón y Sofía se alejaron, pero no pudieron dejar de pensar en lo que habían hecho. Sofía dijo:

"No puedo dejar de pensar en el pobre dragón. Tal vez solo necesita amigos como nosotros".

"Pero… es un dragón y nosotros somos solo un grupo de animales pequeños. No encajaría" - contestó Ramón, aunque su voz sonaba dudosa.

A la mañana siguiente, mientras buscaban comida, Ramón y Sofía escucharon un gran estruendo. Cuando miraron, vieron que unos cazadores habían entrado al bosque. Los cazadores estaban asustando a todos los animales. Sofía dijo:

"¡Tenemos que hacer algo!" - mirando a Ramón con preocupación.

Ambos corrieron a casa, pero a medio camino, Ramón se detuvo.

"¿Drako podría ayudarnos?" - preguntó titubeando.

"Pero… es un dragón, ¿y si no quiere?" - Sofía respondió con miedo.

"No tengo elección. Debemos intentarlo" - dijo Ramón, dándose valor.

Juntos, buscaron a Leo, quien encontró a Drako.

"Drako, necesitamos tu ayuda. Hay cazadores en el bosque y no sabemos qué hacer" - exclamó Leo, con los ojos llenos de preocupación.

"No puedo hacer mucho, soy solo un pequeño dragón" - dijo Drako, mirando hacia el suelo.

"Pero aunque seas diferente, tienes fuerzas que nosotros no tenemos. ¡Podés volar!" - dijo Ramón, esperanzado.

Drako, viendo la seriedad en los rostros de los animales y sintiendo su deseo de ayudar, levantó la cabeza.

"Voy a intentarlo. Los protegeré" - dijo, decidido.

Drako voló alto y comenzó a hacer ruidos fuertes, haciendo que los cazadores buscaran hacia arriba, confundidos y asustados.

"¡¿Qué es eso? !" - gritó uno de los cazadores, mientras se alejaban rápidamente.

Los animales del bosque vieron cómo los cazadores se iban, y comenzaron a aplaudir y a celebrar. Ramón, Sofía y Leo corrieron a Drako, llenos de alegría.

"Drako, te lo agradecemos. Nos salvaste a todos" - dijo Leo, y todos los animales querían conocerlo ahora.

"Lo siento por no haberte aceptado antes. Ahora entiendo que ser diferente no significa que seas un peligro" - dijo Sofía, con una gran sonrisa.

"¡Sí! Ahora somos un grupo más grande y fuerte!" - agregó Ramón.

Aquel día, Drako se convirtió en un miembro querido de la comunidad del bosque. Sus nuevos amigos aprendieron que no importa cuán diferente seas, siempre puedes encontrar tu lugar si tienes valor y coraje para ser tú mismo. Desde aquel momento, cada vez que alguien nuevo llegaba al bosque, los animales de colores siempre lo recibían con los brazos abiertos, ¡sin importar cuán diferente fuera! El bosque se llenó de nuevos amigos y aventuras, y Drako nunca volvió a sentirse solo.

Y así, entre risas y juegos, los animales aprendieron que la verdadera amistad no tiene límites.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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