El Bosque de los Amigos Perdidos
Había una vez en el bosque encantado, una niña llamada María. María era curiosa y siempre se aventuraba a explorar cada rincón del mágico lugar.
Un día, mientras jugaba entre los árboles y las flores, María se adentró más de lo habitual y sin darse cuenta, se perdió. María caminaba por el bosque sin saber qué hacer. Estaba asustada y preocupada porque no reconocía nada a su alrededor.
Llorando, decidió sentarse en un tronco para pensar en cómo salir de esa situación. De repente, escuchó un ruido extraño proveniente de detrás de unos arbustos. Al acercarse con cautela, descubrió que eran dos animales parlanchines: Oliver el búho sabio y Lola la ardilla traviesa.
"Hola María", dijo Oliver con calma. "¿Qué te trae por aquí?""Me he perdido", respondió María sollozando. "No sé cómo volver a casa". Lola saltó emocionada hacia adelante,"¡Oh! No te preocupes, Maria. ¡Nosotros te ayudaremos!".
Oliver asintió con sabiduría,"Lo primero que debes hacer es mantener la calma. Vamos a buscar pistas que nos lleven de vuelta". Los tres comenzaron a recorrer el bosque juntos en busca de alguna pista o señal que les indicara el camino correcto.
Mientras caminaban, encontraron huellas de animales y marcas en los árboles. "Estas huellas parecen ser de un ciervo", observó María emocionada. "¡Quizás siguiendo sus rastros nos lleve a casa!".
Siguiendo las huellas, llegaron a un claro donde se encontraba una familia de ciervos. María se acercó con cuidado y les explicó su situación. Los ciervos, comprensivos y amables, le indicaron el camino de regreso al pueblo.
María estaba feliz de haber encontrado ayuda en el bosque encantado. Agradeció a los ciervos y junto a Oliver y Lola, emprendieron el camino de vuelta al pueblo. A medida que avanzaban, María aprendió valiosas lecciones del bosque encantado.
Oliver le enseñó sobre la importancia de mantener la calma en situaciones difíciles y cómo buscar soluciones tranquilamente. Lola, por otro lado, le mostró la importancia de trabajar en equipo y contar con amigos para superar obstáculos.
Finalmente, María llegó sana y salva al pueblo gracias a la guía del búho sabio y la ardilla traviesa. Su familia estaba preocupada por ella pero también muy orgullosa de cómo había manejado la situación.
Desde ese día, María nunca más volvió a aventurarse tan lejos sin avisarle a alguien antes. Siempre recordaría las enseñanzas del bosque encantado: mantener la calma ante los problemas, trabajar en equipo y valorar cada amistad que se cruce en su camino.
Y así es como María aprendió una valiosa lección mientras exploraba el bosque encantado: incluso cuando nos perdemos o enfrentamos dificultades, siempre hay alguien dispuesto a ayudarnos si lo buscamos con paciencia y manteniendo una actitud positiva.
FIN.