El Bosque de los Animales Fantásticos
Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Lucas. Desde muy pequeño, Lucas sentía una fascinación inmensa por el bosque que se encontraba justo al lado de su casa. Cada vez que sus amigos iban a jugar al fútbol, él prefería aventurarse entre los árboles, buscando cosas mágicas. A veces, creía que había criaturas fantásticas escondidas entre la maleza.
Una tarde soleada, mientras Lucas caminaba por su sendero favorito, escuchó un suave susurro que parecía provenir de un arbusto cercano. Intrigado, se acercó sigilosamente y, para su sorpresa, una pequeña criatura apareció. Era un duende de pelo verde y ojos chispeantes.
"¡Hola, niño curioso! Soy Tico, el duende del bosque. ¿Qué te trae por aquí?" - dijo la criatura, sonriendo alegremente.
"¡Hola! Soy Lucas. Vengo a buscar animales fantásticos. ¿Existen de verdad?" - respondió el niño, con los ojos brillando de emoción.
"¡Claro que sí! Pero solo aquellos que tienen un corazón valiente pueden verlos. ¿Quieres acompañarme y descubrirlos juntos?" - preguntó Tico, moviendo sus pequeñas manos como si invitara a Lucas a seguirlo.
Lucas no podía contener su alegría y asintió con entusiasmo. Tico lo guió a través del bosque, mostrándole maravillas que nunca había imaginado. Primero encontraron un grupo de mariposas brillantes.
"¿Ves esas mariposas? Son guardianas del bosque, ¡cuidadoras de la magia!" - explicó Tico.
Lucas miró a su alrededor, maravillado.
"¡Son hermosas! ¿Puedo tocarlas?" - preguntó emocionado.
"Debes ser amable y respetarlas. Solo así te mostrarán su belleza" - respondió el duende.
Mientras continuaban su aventura, encontraron un lago resplandeciente donde un grupo de hadas bailaba sobre el agua.
"¡Mira, Lucas! ¡Las hadas! Pero no debemos hacer ruido. Si las asustamos, se irán volando" - susurró Tico.
Lucas, maravillado, observó en silencio. En ese momento, una de las hadas notó su presencia. Se acercó, con sus alas brillando más que nunca.
"No tengas miedo, niño. ¿Por qué has venido al bosque?" - preguntó la hada, con voz melodiosa.
"Vine a encontrar animales fantásticos, como ustedes" - contestó Lucas, sintiendo que su corazón latía con fuerza.
"Solo podrás vernos si prometes cuidar nuestro hogar y nunca hacer daño a los seres del bosque" - dijo la hada, mirándolo seriamente.
Lucas asintió con determinación.
"Prometo cuidar de este lugar. ¡Es hermoso!" - exclamó, sintiéndose responsable.
Después de conocer a las hadas, Tico llevó a Lucas a descubrir un nido de dragones pequeños, que dormían tranquilamente sobre un árbol enorme.
"¡Mirá! Son los dragones de la amistad. Necesitan calor humano y buenos deseos para crecer fuertes" - explicó Tico.
"¿Se pueden tocar?" - preguntó Lucas, lleno de entusiasmo.
"Solo si están despiertos. Pero recuerda, siempre es mejor observar de lejos. El respeto es esencial en el bosque" - respondió Tico.
Lucas comprendió las enseñanzas de su amigo duende. Entonces, de repente, escucharon un gran estruendo: un viento fuerte estuvo acompañado por un ruido que nunca habían oído antes. Lucas sintió un escalofrío recorrer su espalda.
"¿Qué fue eso?" - preguntó, asustado.
Tico frunció el ceño.
"Esa es la parte más oscura del bosque. Un antiguo hechizo fue liberado. Debemos apresurarnos y volver a ayudar a los animales. Ellos lo necesitan" - dijo el duende, tomando la mano de Lucas.
Juntos, corrieron hacia la fuente del ruido y encontraron un enorme árbol caído. A su alrededor, los animales estaban asustados. Lucas, con su valentía, decidió tomar la delantera.
"¡No tengan miedo! ¡Estamos aquí para ayudar!" - gritó mientras corría hacia ellos.
Los animales lo miraron con confianza. Con la ayuda de Tico, comenzaron a mover ramitas y hojas, tratando de despejar el área.
"¡Juntos podemos hacerlo! ¡Vamos!" - alentó Tico a los animales.
Después de un arduo trabajo, lograron liberar el camino. Los animales salieron corriendo, agradecidos. Inclusive los dragones pequeños se acercaron, lanzando suaves llamaradas de alegría.
"Gracias, Lucas. Eres un verdadero amigo de la naturaleza" - dijo la hada, aterrizando suavemente junto a él.
Con el peligro evitado, Lucas sintió que el bosque lo había aceptado como su nuevo guardián. Tico lo abrazó.
"Eres un niño extraordinario. Nunca olvides lo que has aprendido hoy sobre el respeto y la amistad" - dijo.
Lucas prometió nunca dejar de cuidar el bosque y sus criaturas mágicas. Sabía que cada vez que volviera, siempre encontraría nuevos amigos preparados para compartir y cuidar del mundo que tanto amaba.
A partir de ese día, Lucas siempre fue al bosque con una misión: proteger la magia de los seres fantásticos y enseñar a sus amigos sobre la importancia de cuidar el medio ambiente.
Y así, en cada aventura, Lucas descubrió que la verdadera magia se encontraba en su corazón y en el amor que sentía por la naturaleza.
FIN.