El bosque de los buenos modales


Había una vez un hermoso bosque llamado Bosque de los Buenos Modales, donde habitaban criaturas mágicas y encantadoras.

En este bosque, todos los animales vivían en armonía gracias a la regla más importante de todas: ser amables y respetuosos con los demás. En el corazón del bosque, se encontraba la Gran Encina de la Cortesía, un árbol viejo y sabio que era el guardián de las buenas costumbres.

Un día, llegó al bosque una nueva criatura llamada Tilo, un osito travieso y juguetón que no conocía mucho sobre los buenos modales. Tilo era bueno en su corazón, pero a veces olvidaba comportarse de manera adecuada.

Al principio, los demás animales del bosque no sabían cómo tratar a Tilo, ya que sus travesuras a menudo causaban problemas. La Gran Encina de la Cortesía decidió intervenir y le dio a Tilo una misión especial: recorrer el bosque y aprender de cada uno de sus habitantes sobre el valor de los buenos modales.

Durante su viaje, Tilo conoció a la conejita Catalina, quien le enseñó la importancia de la cortesía y el saludo amable. También se encontró con el zorrito Renzo, que le mostró cómo ser respetuoso con los espacios de los demás.

Mientras tanto, Tilo ayudó a resolver varios problemas en el bosque, demostrando que su corazón generoso podía contrarrestar sus travesuras. Finalmente, Tilo regresó a la Gran Encina de la Cortesía, y demostró todo lo que había aprendido.

Los demás animales del bosque se dieron cuenta de que Tilo había cambiado, y lo recibieron con los brazos abiertos.

Desde ese momento, Tilo se convirtió en un ejemplo de buenos modales en el Bosque de los Buenos Modales, y todos vivieron felices y en armonía para siempre.

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