El Bosque de los Colores
En un hermoso y mágico bosque llamado Bosque de los Colores, vivían criaturas de todas formas y tamaños. Había conejitos de diferentes colores, pájaros cantores y hasta un viejo árbol sabio que siempre les decía a los demás lo importante que era vivir juntos en armonía.
Un día, mientras todos se reunían para el Gran Festival de la Amistad, una nube oscura apareció sobre el bosque. "¿Qué sucederá con nuestro festival?" se preguntaron los animales. Los conejitos, sentados en círculo, comenzaron a hablar entre ellos para buscar una solución.
"¿Y si pedimos ayuda al viejo árbol?" sugirió Lila, la conejita rosa.
"Buena idea, Lila!" asintió Tomás, el conejito azul.
"Yo tengo una idea. ¿Por qué no le contamos a los demás lo que está pasando? ¡Todos juntos somos más fuertes!" dijo Lola, la conejita amarilla.
Decididos, los conejitos se acercaron al viejo árbol.
"Querido árbol, una nube oscura ha llegado y tememos que arruine nuestro festival de la amistad," dijo Tomás.
"No se preocupen, pequeños. La nube no puede durar para siempre. Si trabajan juntos y muestran unión, aprenderán a obtener el color que les falta en este bosque," respondió el árbol con voz sabia.
Intrigados, los conejitos se miraron entre sí.
"¿Qué color es el que nos falta?" preguntó Lila.
"El color de la Inclusión. Deben invitar a todas las criaturas del bosque, aunque parezcan diferentes," explicó el árbol.
Entonces, los conejitos comenzaron a recorrer el bosque. Vieron a un grupo de aves que no podían cantar en armonía.
"¡Hola! ¿Por qué no cantan juntos?" preguntó Lila.
"Es que tenemos estilos diferentes y no sabemos cómo unirlos," dijo un pájaro de plumas verdes.
"Podemos ayudarlos!" exclamó Tomás.
Entonces, juntos empezaron a juntar sus melodías. Después, encontraron a un grupo de tortugas que jugaban a carreras, pero tenían dificultades debido a sus diferentes velocidades.
"¡Nos encantaría jugar con ustedes! ¿Podemos hacer una carrera juntos de otra manera?" preguntó Lola.
"¿Cómo?" preguntaron las tortugas.
"Podemos formar equipos donde cada uno sea un ganador a su manera!" sugirió Lila.
Así fue como los conejitos aprendieron a incluir a todos, celebrando sus diferencias. Sin embargo, la nube seguía allí, como si no le importara lo que estaban haciendo.
"¿Qué más podemos hacer?" se preguntaron.
"Creo que necesitamos un poco de Empatía," sugirió Tomás.
"¿Empatía? ¿Cómo les ayudamos con eso?" preguntó Lola.
Entonces, decidieron organizar un círculo de cuentos donde cada uno pudiera compartir sus historias. Las tortugas hablaron del esfuerzo que hacían en las carreras, mientras que los pájaros expresaban cómo disfrutaban del canto.
"Entendí ahora. No solo debemos invitar a otros, sino también escuchar sus historias," concluyó Lila.
"¡Eso es! Cada historia es especial y nos acerca más," reafirmó Tomás.
Con cada historia compartida, la nube comenzaba a desvanecerse, pero aún quedaba un reto.
"¿Y la Solidaridad?" mencionó Lola.
"¡Es hora de actuar juntos!" dijo Lila.
"Formemos un equipo para preparar el festival y cuidemos unos de otros," sugirió Tomás.
Trabajaron unidos, ayudándose a cargar y organizar todo, apoyándose en cada tarea. Cantaban y reían mientras lo hacían. La nube finalmente se desvaneció por completo y un rayo de sol iluminó el bosque. Cuando el día del festival llegó, todo fue maravilloso.
"¡Mirá! ¡El festival!" exclamó Tomás cuando vio a todos reunidos.
"¡Sí! ¡Incluso aquellos que pensábamos que no vendrían están aquí!" dijo Lola emocionada.
"Es un verdadero espectáculo de amistad y diversidad!" agregó Lila con una gran sonrisa.
El Gran Festival de la Amistad fue un éxito y todos disfrutaron del colorido baile y las risas que llenaban el aire. En ese momento, advirtieron que en la diversidad había una belleza única y que juntos podían superar cualquier nube que se presentara.
"Aprendimos algo valioso. La amistad se construye con inclusión, empatía y solidaridad," concluyó Tomás mientras miraba a sus amigos satisfechos.
"¡Y siempre será colorido como este bosque!" exclamó Lila.
Así, en el Bosque de los Colores, las criaturas continuaron viviendo en armonía, recordando que, aunque eran diferentes, juntos eran más fuertes y coloridos.
FIN.