El Bosque de los Colores
En un pequeño pueblo rodeado por un frondoso bosque, vivía un niño llamado Leo. A Leo le encantaban los colores y siempre llevaba consigo un cuaderno de dibujo, donde plasmaba todo lo que veía. Sin embargo, había un pequeño detalle: a Leo le temían los animales del bosque. Siempre que escuchaba un ruido entre los árboles, su corazón comenzaba a latir rápidamente y prefería esconderse.
Un día, mientras paseaba cerca de la entrada del bosque, escuchó un ruido suave. Era un conejito blanco, que lo miraba con curiosidad.
"Hola, pequeño" - dijo Leo, tratando de ocultar su miedo.
"No te asustes, soy solo un conejito" - respondió el conejito con voz suave. "¿Por qué no entras al bosque? Hay cosas hermosas por descubrir."
Leo contempló al conejito y pensó que tal vez era hora de superar su miedo. Así que dio un paso hacia el bosque, sintiendo un cosquilleo en su pecho.
Mientras se adentraba en el bosque, los sonidos se hicieron más intensos y variados. De repente, se dio cuenta de que había muchos animales observándolo.
"¡Mira! Un niño" - dijo un pájaro colorido que descansaba en una rama. "¿Acaso no quieres jugar con nosotros?"
Leo dudó, su miedo estaba volviendo, pero recordó las palabras del conejito. Quería ser valiente.
"Me gustaría, pero... tengo miedo" - confesó Leo.
"El miedo es normal" - dijo una tortuga que caminaba lenta pero firme. "Pero si lo enfrentas, descubrirás cosas maravillosas. Ven, te mostraremos nuestro mundo".
Con un deep breath, Leo decidió seguir a los animales. Juntos, se aventuraron en un campo lleno de flores brillantes. Participaron en una carrera de relevos que organizó un grupo de ardillas. Con cada paso, el miedo de Leo se desvanecía un poco más.
Después de un rato, llegaron a un claro donde un grupo de animales hacía una fiesta con música y bailes.
"¡Bienvenido a nuestra celebración!" - exclamó una cierva elegante. "¿Quieres bailar con nosotros?"
Leo se sintió un poco nervioso de nuevo, pero los animales lo animaron.
"Baila como quieras, no hay reglas" - dijo el conejito, moviendo sus patitas.
Y así lo hizo. Leo comenzó a bailar, y con cada movimiento de sus pies, se sintió más libre y feliz.
Al finalizar la fiesta, los animales se agruparon a su alrededor.
"¿Ves? No hay nada que temer. El bosque es un lugar lleno de amistades, colores y alegría" - dijo el pájaro colorido.
Leo sonrió, y con una nueva perspectiva, miró a su alrededor. El bosque ya no le parecía un lugar aterrador, era vibrante y lleno de vida.
Cuando se despidió de sus nuevos amigos, el conejito le dio un consejo que nunca olvidaría.
"Siempre que sientas miedo, recuerda que la valentía no significa no tener miedo, sino seguir adelante a pesar de él. Ven a visitarnos cuando quieras".
Desde ese día, Leo no solo visitó el bosque, sino que se convirtió en un gran amigo de todos los animales. Aprendió que, aunque a veces las cosas pueden dar miedo, también pueden ser maravillosas si se les da una oportunidad.
Y cada vez que se sentía ansioso, se acordaba de los colores del bosque y de la alegría que encontró en su interior.
Así, Leo descubrió que el verdadero tesoro estaba en enfrentar sus miedos y abrir su corazón a la amistad. Y así, el bosque se convirtió en su lugar favorito, lleno de momentos inolvidables y recuerdos radiantes.
FIN.