El Bosque de los Colores
En un bosque mágico donde los árboles parecían hablar y los animales tenían mil historias que contar, vivía un zorro llamado Rocco. Era travieso y siempre estaba en busca de diversión, pero a menudo olvidaba la importancia del respeto hacia los demás.
Un día, mientras saltaba y corría entre los árboles, Rocco decidió jugar una broma a su amiga la tortuga Tula.
"¡Mirá, Tula! ¡Te voy a ganar en una carrera!" - dijo Rocco, riendo a carcajadas.
Tula, que siempre había sido lenta pero constante, le contestó:
"Rocco, no es justo que te burles de mí solo porque soy más lenta. Hay cosas que yo puedo hacer que vos no podés."
Rocco, sin escucharla, decidió seguir con su broma. Se escondió tras unos arbustos para asustarla. Cuando Tula pasó por ahí, Rocco salió de repente.
"¡Boo!" - gritó, provocando que Tula diera un salto del susto y cayera al suelo.
"¡Rocco! No me gusta que me trates así. Es muy grosero de tu parte" - le dijo ella, con una mirada de decepción.
Rocco, en lugar de disculparse, rió aún más. Pero esa noche, algo extraño sucedió. En el bosque apareció una nube oscura que comenzó a cubrirlo todo. Los animales, asustados, se reunieron en un claro. Rocco, al ver la preocupación en sus rostros, decidió acercarse.
"¿Qué está pasando?" - preguntó.
La lechuza sabia, Doña Lía, se posó en una rama y dijo:
"Un hechizo ha caído sobre el bosque. La falta de respeto entre los amigos ha creado esta sombra. Necesitamos unirnos y encontrar el respeto que nos falta para que la luz regrese."
Rocco, sintiéndose culpable, decidió que era hora de cambiar. Empezó a pedir disculpas a todos los que había ofendido.
"Tula, lo siento. No debí asustarte. No quiero que estés triste.”
Tula sonrió, aunque aún un poco molesta.
"Gracias, Rocco. Aprecio que reconozcas tu error. Pero deberías pensar cómo te sentirías si alguien hiciera eso contigo."
Rocco asintió y decidió ayudar a sus amigos a enfrentar la oscura nube. Reunió a todos los animales y les propuso trabajar juntos.
"¡Vamos a hacer un gran dibujo en el suelo! Cada uno de nosotros puede aportar un color. Al final, el respeto se verá reflejado en nuestra obra."
Con un poco de hesitación, los animales empezaron a participar. La ardilla pintó con colores brillantes, el ciervo dibujó formas elegantes y la tortuga, aunque lenta, hizo su parte con mucho cuidado.
Cuando terminaron, el dibujo era un hermoso mural lleno de colores y amistad. Todos miraron con orgullo su obra, que simbolizaba el respeto que habían vuelto a encontrar entre ellos. De repente, la nube oscura comenzó a desvanecerse, y una luz brillante iluminó el bosque.
"¡Lo logramos! ¡El respeto ha devuelto la luz a nuestro hogar!" - exclamó Rocco, emocionado.
A partir de ese día, Rocco se convirtió en el defensor del respeto en el bosque. Siempre recordaba su lección y se aseguraba de que cada uno de sus amigos se sintiera valorado.
"¡El respeto es el mejor color que podemos añadir en nuestras vidas!" - dijo un día mientras compartía su historia con los más jóvenes del bosque.
Y así, el Bosque de los Colores se llenó de risas y colores, todo gracias a la reflexión del pequeño zorro travieso que aprendió a respetar y valorar a sus amigos.
FIN.