El Bosque de los Colores Perdidos


Había una vez en un lejano bosque encantado, donde los árboles bailaban al compás del viento y los animales hablaban con los niños.

En este mágico lugar, todo tenía un tono rosado brillante, desde las flores hasta el agua de los arroyos. En ese bosque vivía una niña llamada Luna, cuyo pelo era tan rosa como el algodón de azúcar y cuyos ojos brillaban como dos estrellas.

Luna adoraba explorar cada rincón del bosque junto a sus amigos animales: Pipo el conejo, Lola la mariposa y Tito el zorro. Una mañana soleada, mientras jugaban entre las flores rosadas, escucharon un llanto proveniente de lo profundo del bosque.

Intrigados, decidieron seguir el sonido hasta llegar a un claro donde encontraron a una familia de osos rosados que parecían muy tristes. "¿Qué les sucede?", preguntó Luna con curiosidad. "Nuestro hogar está en peligro", respondió la mamá osa entre sollozos.

"El malvado Brujo Gris ha lanzado un hechizo oscuro sobre nuestro bosque, convirtiendo todo en gris y robando nuestros colores". Luna se puso seria al escuchar esto y decidió ayudar a sus nuevos amigos a recuperar la alegría perdida.

Con valentía e ingenio, idearon un plan para enfrentarse al Brujo Gris y devolverle al bosque su color rosa brillante. Primero, visitaron a la sabia Lechuza Rosa que habitaba en lo alto de un árbol milenario.

La Lechuza les entregó una varita mágica que solo funcionaría si todos trabajaban juntos en armonía y amistad verdadera. Armados con la varita mágica y guiados por el coraje de Luna, se adentraron en el oscuro castillo del Brujo Gris.

El malvado brujo intentó detenerlos con trampas y engaños grises, pero la fuerza del amor y la solidaridad entre los amigos era más poderosa que cualquier hechizo maligno.

Al llegar al corazón del castillo oscuro, Luna levantó la varita mágica hacia el cielo y pronunció unas palabras llenas de esperanza:"¡Que vuelva la luz rosa al bosque encantado! ¡Que reine siempre la amistad verdadera!"Un destello rosa iluminó cada rincón del castillo gris mientras el Brujo Gris se transformaba en polvo grisáceo ante sus ojos.

El hechizo había sido roto gracias al poder de la unión entre los niños y los animales. Con alegría desbordante, salieron del castillo para ver cómo todo volvía a ser tan hermosamente rosado como antes.

Los árboles danzaban jubilosos, las flores reían melodías dulces y hasta las nubes dibujaban formas caprichosas en tonos pastel.

Desde aquel día, Luna y sus amigos animales aprendieron que juntos podían superar cualquier desafío por más difícil que pareciera si confiaban unos en otros y mantenían viva la llama de la amistad verdadera. Y así fue como en aquel bosque encantado donde los niños hablaban con los animales bajo un cielo eternamente rosa brillante... vivieron felices para siempre.

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