El Bosque de los Colores Perdidos
En un mundo lejano, en el corazón de un bosque mágico llamado el Bosque de los Colores Perdidos, vivían criaturas de todos los colores imaginables. Había dragones azules, conejos rosas, y hasta árboles morados que bailaban al ritmo del viento. Cada color tenía su propio significado y todos coexistían en perfecta armonía, hasta que un día, el color rojo desapareció misteriosamente.
La noticia llegó a oídos de Lila, una pequeña ardilla amarilla llena de curiosidad y valentía.
"¿Qué vamos a hacer sin el rojo?" - se preguntó angustiada mientras subía al árbol más alto para tener una mejor vista del bosque. En la cima, vio a sus amigos: Max, el dragón azul, y Greta, la coneja rosa.
"Chicos, ¡tenemos que encontrar el color rojo! Sin él, el bosque está perdiendo su magia" - exclamó Lila, emocionada.
"Pero, ¿cómo lo haremos?" - preguntó Max, mirando con tristeza hacia el cielo gris que empezaba a cubrir el bosque.
"¡Aventurémonos más allá del bosque! Tal vez alguien se lo haya llevado" - sugirió Greta, moviendo sus largas orejas.
Así, los tres amigos se embarcaron en una aventura hacia las tierras desconocidas más allá del Bosque de los Colores Perdidos. A medida que avanzaban, se encontraron con diversas criaturas: un chivo verde que podía cantar melodías que calmaban al volcán iracundo, un pez naranja que nadaba en ríos de cristal, y un búho violeta que guardaba el secreto del tiempo.
"¿Han visto color rojo por aquí?" - preguntó Lila a todos.
"Sí, pero el rojo lo llevó la Niebla Que Canta" - respondió el búho, con su voz profunda. "Ella vive en la Montaña de los Susurros, donde solo se oyen los ecos de los deseos".
Intrigados, los amigos decidieron seguir la pista del búho. En el camino hacia la montaña, se encontraron con una serie de retos que los hacían dudar de sí mismos. Para cruzar un puente que se encogía con cada paso, fueron obligados a superarse entre ellos.
"No voy a poder hacerlo, soy muy pequeño" - dijo Max, nervioso.
"Todos tenemos un papel importante" - lo animó Greta. "¡Solo debemos confiar en nosotros mismos!"
Momentos después, cruzaron el puente con sus colores brillando intensamente. Finalmente, llegaron a la cima de la montaña, donde encontraron a la Niebla Que Canta, una nube gris que flotaba suavemente y emitía hermosas melodías.
"¿Por qué has llevado el color rojo?" - preguntó Lila, con valor.
"El rojo se fue porque el bosque estaba muy centrado en sí mismo y no valoraba los colores diferentes. Ahora el rojo habita en mis notas, volviéndose parte de todos ustedes. Solo regresará si aprendemos a celebrar las diferencias" - cantó la Niebla.
Los amigos se miraron, entendiendo la lección vital: el color rojo no era solo un color; representaba la unión y la diversidad del bosque.
"¿Y si traemos de vuelta el rojo celebrando a todos los colores?" - sugirió Greta.
Así, decidieron organizar una gran fiesta en el bosque; un festival donde todas las criaturas se presentarían con sus propios colores y talentos. Al llegar, Danza del Color se hizo presente, y el bosque comenzó a brillar en una danza de tonos vibrantes.
"¡El rojo ha vuelto!" - exclamó Max mientras el cielo se llenaba de fuegos artificiales.
Desde aquel día, el Bosque de los Colores Perdidos no solo tuvo el rojo sino que aprendió a valorar y celebrar cada uno de sus colores, entendiendo que la diversidad era lo que lo hacía único y mágico.
Y así, Lila, Max y Greta demostraron que juntos, cada diferencia se convertía en una hermosa sinfonía de colores.
FIN.