El Bosque de los Colores


En el Bosque de los Colores vivía la familia Gnominton, compuesta por gnomos verdes que se destacaban por su alegría y amabilidad.

Sin embargo, el pequeño Gnorman sufría el rechazo de otros habitantes del bosque debido a su color y estatura. Las risas burlonas y los comentarios hirientes entristecían a Gnorman, quien anhelaba encajar en su comunidad. Un día, mientras deambulaba por el bosque con lágrimas en los ojos, Gnorman se encontró con su sabia abuela Gnorma.

Ella notó al instante la tristeza de su nieto y lo llevó a un claro donde los rayos del sol teñían todo de colores brillantes.

Sentados entre las flores de todas las tonalidades, la abuela Gnorma le explicó a Gnorman que la diversidad es lo que hace al bosque hermoso. "Cada color, forma y tamaño es lo que hace que nuestro hogar sea único", le dijo con amor.

Gnorman, con los ojos iluminados por la sabiduría de su abuela, comprendió que su singularidad era un regalo que lo hacía especial. Animado por las palabras de Gnorma, Gnorman decidió mostrar lo especial que era. Con valentía, se acercó a los demás habitantes del bosque, compartiendo su amor por la música y la poesía.

Pronto, su dulce melodía y sus versos cautivaron a todos, quienes descubrieron la belleza de la diversidad.

Las risas burlonas se convirtieron en sonrisas de admiración, y Gnorman se convirtió en un ícono de aceptación y amor en el Bosque de los Colores. Desde ese día, todos en el bosque celebraban sus diferencias y habilidades únicas, construyendo un entorno de respeto y amistad.

Gnorman había aprendido una valiosa lección: la verdadera belleza radica en la diversidad, y que todas las formas, colores y tamaños enriquecen el mundo con su presencia.

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